martes, 2 de noviembre de 2010

A la muerte

Dìganle a la muerte que me quiera
que se salga de la noche a mi visita.
Dìganle que tengo hambre,
de su beso y de su compañìa.
Hàganle saber que todo lo vìdico (de vida)
que me pasa
debe de tener un desenlace cruento.
Que la espero desde el dìa
en que nacio mi dìa.
No me llamen a razòn
suicida.
Deben entender que yo nacì
con vocaciòn para morirme.
No es que quiera hacerlo ahora,
pero
-dicen los que saben-
que la mejor amante es la nada eterna.
La muerte es la ùnica que me complace
(redondita)
porque no se va,
porque se queda.