martes, 27 de diciembre de 2011
El alma (instrucciones de uso)
Sacar al sol unos minutos por la mañana / cuidarla del exceso de caricias -por no provocarle algún cáncer del ego- / bañar con agua pura, no sugar, o café de Chiapas, o tinto, o tequila / vaciarle lo acumulado en la memoria de lo crudo, de lo calvo o de lo arrugado; lo incoloro, lo inoloro, lo indoloro o lo plastificado / y nunca nunca cambiarla por un electrodoméstico, o venderla por un jugoso contrato de prestación de servicios, o un piso en Polanco.
No, no tiene repuesto, y cuando se rompe pareciera que ya no sirve / pero al paso de los días y los meses y los años trabaja aún mejor / y no le vienen mal las cicatrices.
lunes, 19 de diciembre de 2011
Los besos del sol
Los besos del sol queman / ilustran a la masa lo que no se debe hacer al acercarse a él / el dios sol no tiene derecho a amar, sólo a proveer / cada cómo, cada cuál, cada si (if), cada qué / son preguntas de las amantes que dedican sus noches a soñar con otros seres masculinos, pero no con el sol / ninguna mujer se ha enamorado del sol / porque el rey del fuego no sabe hacer suspirar a una mujer.
viernes, 16 de diciembre de 2011
Vas a morir pronto (amar es estar seguro de que...)
Olvido maltrecho
Organicé un espacio en mi casa para el olvido / y le pedí solemnemente y por carta que me acompañara / cociné en jueves ilusiones que ya habían emigrado el martes, y unos dulces de hielo que al calentarse en el horno despedían su mejor olor / pero la mala costumbre de mi amigo se volvía a lo suyo, y olvidó nuestra cita otrora acordada / Yo, que no me olvido de sus descortesías tan fácil / me recuerdo a cada mañana que el olvido se olvida de mí.
domingo, 11 de diciembre de 2011
El huracán
El huracán pasó por nuestro encima
y se llevó a su paso lo más frágil.
Lo más fuerte fue removido,
puesto a prueba.
Los árboles se lastimaron,
pero enraizados como están perduran atados a la tierra.
Las paredes y los techos de nuestra casa
fueron invadidos de humedades,
pero no volaron por los aires.
Mi mujer
-que es muy fuerte-
quedó arraigada a un barandal
y yo después de rodar por el jardín
me guarecí dentro de un armario vacío.
Nosotros, los que somos fuertes,
y nuestros amores fuertes por viejos amores
se quedaron mareados,
húmedos, miedosos pero a salvo.
El huracán se llevó lo más frágil:
los cristales de las ventanas,
las hojas sueltas de los árboles
y el huerto que habíamos sembrado juntos
-con la intacta ilusión de los que siembran-
hace apenas treinta y dos semanas.
Pero nada quedó de ello.
El huracán es un estornudo de Dios.
¿y, quién se cree importante
para negarle su derecho de soplar?
Por eso, y para no llorar de más,
es mejor saber y recordar que Dios
sonríe siempre
después de que estornuda.
sábado, 10 de diciembre de 2011
¿Cómo has hecho para burlar a la muerte?
jueves, 24 de noviembre de 2011
Sobredosis de reflexión
Hemos matado los procesos intuitivos a partir de la socrática idea de reflexionarlo todo. ¿Qué sería del león si después de devorarse un ciervo se detuviera a reflexionar sobre el hecho?
La idea de que somos la especie superior gracias a nuestra capacidad de reflexión y análisis ya no me la trago. (Ejemplo:) La cualidad de producir para mejorar nuestro modus vivendi y nuestro statu ha llevado al colapso a la especie misma y a todas las demás con las que compartimos el planeta. Y la cosa va pa largo, porque nos negamos a entender aunque todo el pinche día lo malgastemos en reflexionar.
La reflexión malentendida es un acto de racionalización, y la racionalización es un acto de evasión de la realidad. Si mi cabeza insiste en reflexionar sobre el hecho del por qué le destrocé la nariz a golpes al pendejo que chocó contra mi coche, es porque seguramente está buscando una respuesta racionalizada que evada mi responsabilidad sobre el suceso para convertirlo en un heroico acto de justicia (“vaya, alguien debía darle una lección a ese imbécil”.) Lo más impactante es que seguramente dejaré de dormir varias noches (porque mi más interno yo intuye que me manché con aquel mexicano), tiempo que invertiré en racionalizar más y más sobre esto, hasta venderme (mediocremente) la idea de que el tipo se lo merecía.
Y así vamos acumulando experiencias, y así las vamos sobre-reflexionando. Y nuestra actitud ante la vida está dictada por una sobredosis de reflexión aplicada en cada cosa que nos sucede, y entonces sólo vivimos a partir de lo que sucede afuera de nosotros, y sólo reaccionamos a partir de lo que se presenta en el exterior. Y entonces vienen las gripas, y las úlceras y las colitis, y la calvicie y la disfunción eréctil, y hacemos de la medicina correctiva una efectiva manera de seguir evadiendo los procesos más primitivos de los que fuimos dotados (sigo hablando de la intuición.)
El sistemático método de la reflexión omnipresente inhibe hasta la muerte el inherente software de la intuición. Los niños (mejores por más limpios portadores de la programación natural y genética) hacen y actúan por convicción no pre-analizada, porque confían en su intuición. Es cuando los mayores aparecen con sus sermones morales y aleccionadores cuando éstos –los niños- comienzan a reflexionar sobre todo lo que les sucede alrededor, y pasan así a perderse en el miedo de ser mal-juzgados (y bueno, pues se convierten en adultos.)
El hombre no necesita reflexionar demasiado. La reflexión aletarga a los reflejos, y los reflejos no sólo son actos físicos, sino también conductuales. Es por ello que unos niños jugando lograrán más rápidamente ponerse de acuerdo en sus relaciones interpersonales aplicables a ese instante, que un puñado de adultos en siquiera consensuar el orden del saludo, porque ya lo fueron reflexionando desde antes de llegar a una reunión.
Ya se habría suicidado el león, de tener la capacidad de reflexionar sobre sus actos. O ya habría politizado el evento, o habría impuesto una moneda de cambio o fundado una religión anti-sangrienta. Y como ahora me descubro reflexionando demasiado sobre este asunto, me voy a seguir trabajando en lo mío porque sé de antemano que, como asegura George Steiner, el pensamiento humano no hace más que dar lástima. Entre muchas (probablemente diez) razones, porque lo que reflexione un hombre hoy, mañana será cosa del olvido.
viernes, 18 de noviembre de 2011
Soneto del odio (a un mal Dios)
Este amor que te profeso intacto
que es invisible ante la ira ciega
destapa y levanta la falda turbia
de un dios que se encendió de vernos
El día en que nos besamos tan desnudos,
la noche en que juramos no invitarle,
a hacer de nuestro hijo tierra y lluvia
de su credo infatigable del incendio.
Nos amamos, y por eso somos carne
de este hijo que no quiere su bautizo
en la pila de la intacta historia
La que cuentan los insomnes sotaneros
de sotanas blanquecidas a galope
de la más insoportable hipocresía.
martes, 8 de noviembre de 2011
Así es mi tierra, compadre
Janitzio Michoacán, Mex. / Octavio Mestre / 2010
Acá,
amigo barbado,
los muertos comen y se indigestan
(por lo menos una vez por año)
Cantan,
nadan, pescan,
bailan, beben tequilita
Y bueno
(que si le preguntas al padrón del PRI)
hasta votan para elegir a su nuevo presidente.
Así es mi tierra,
me cae de a madres.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Te dije que no.
No quisiera rayarte la vida
con este plumón tan auténticamente negro,
ni mojar tu entrepierna endulzada
por el dios del estreno
con mi lanza desgasta de su punta.
Hube de decirte que no
cuando estás desnuda en mi cama,
cuando ríes de estar segura
de que es la hora de la mágica entrega inmediata.
Te dije que no,
por quererte bastante,
y no es que sea esto un acto de heroísmo.
Es en realidad una carta de ayuno obligado,
un mejor que te tenga quien se pueda quedar más de un día.
Soñamos de jóvenes nosotros
con perforar todos los pozos posibles,
pero la putería y la conciencia de la belleza
-que sólo las dan los años-
nos obligan a no erosionar los campos de las flores silvestres
(y a mirar sin pisar nada, y a luego irnos)
Mi padre era un caballero
(uso el verbo en pasado
no porque haya muerto,
sino porque se jubiló de tal oficio
para dedicarse a la sabiduría)
y, aunque nunca me enseñó las artes de su ocupancia,
me dejó un legado silencioso
de actos que engrandecen al hombre
huyendo
sí
huyendo.
justo como yo hago ahora contigo
pidiendo que te vistas y que mejor enciendas la tele.
Darán una peli de Fellini a las ocho,
abrázame y quedémonos callados.
lunes, 24 de octubre de 2011
La nefasta filosofía de la Chica Cosmo
Cómo hacer que te adore en la cama. Nueve maneras de retenerlo a tu lado sin derramarle una lágrima. Tips infalibles para que sólo te mire a ti. Hazlo un adicto sexual en la primera cita. Cómo exigir un diamante para tu mano sin tener que pedirlo. La guía de los veinte pares de zapatos que deben estar en tu guardarropa. Los cuatro cirujanos plásticos de moda en la ciudad.
¿Acaso no son estos los encabezados de portada en las revistas para la mujer contemporánea? Y todo se reduce a tres cosas: consigue un hombre y mantenlo a tu lado, ten una boda mejor que las de todas tus amigas, y viste y luce siempre mejor que ellas. En eso radica la vida de una chica Cosmo. Todos los contenidos y secciones son consejos y rutas para obtener el éxito en la vida, y el éxito en la vida está contenido en esas tres finalidades.
Pues bueno caballero, que para eso querían ellas liberarse. Tanta pancartería desplegada en todo el siglo pasado para llegar a pelear el derecho a tener un hombre y retenerlo, la posibilidad de protagonizar una boda de ensueño, y aspirar hasta lograr verse siempre como una protagonista de telenovela.
La chica Cosmo, que a todas luces representa el prototipo de la mujer contemporánea, evoluciona creativamente el concepto de príncipe azul de cuento agregándole una muy estirable tarjeta de crédito a su billetera. Los demás requisitos no parecen variar demasiado: guapo pero sin que su vanidad le distraiga para trabajar como esclavo, inteligente pero fácilmente chantajeable, sociable pero nunca el alma de la fiesta. Un tipo simple, que guste de los rudimentarios deportes y de las herramientas de mano. Ah, pero eso sí: convenientemente adicto al sexo y al trabajo.
El varón de la chica Cosmo es más bien una especie de accesorio con una vocación plurifuncional, como si se tratara de un collar adecuado a usarse en martes para la oficina y el sábado para salir de noche. Un empleado que resuelva todo lo operativo de su vida, y que también se haga cargo de liquidar todas sus cuentas. El pago a cambio parece simple: sexo, sólo sexo. La chica Cosmo ha desarrollado la creencia de que los hombres somos animales que no hacemos más que desear su vagina, y a cambio de tenerla estamos dispuestos a matarnos los unos a los otros.
De ahí se derivan el otro par de obsesiones. La segunda, la boda espectacular. Esta aberración al culto republicano es más bien una graduación, el desbordado alarde de haber obtenido una máquina para trabajar (un varón-tractor), y estar firmando justamente el vitalicio contrato de compra-venta.
¿Que por qué es famosa la leyenda de que a los hombres nos indigesta el matrimonio con una chica Cosmo?, fácil, pues porque realmente no sabemos qué suelo pisamos, ni en qué nos estamos metiendo. ¿Que cómo saber si usted está a punto de casarse con una de ellas?, más fácil aún: revise en las cuentas si el vestido que llevarán las damas de honor es más costoso que el austero atuendo gris que portará usted para el evento que está pagando. Es sabido que ahora se estila que en la foto de bodas sólo salga la novia.
Y toda la parafernalia requerida para la vida cotidiana posterior cumplirá con la tercera pero no menos importante fijación: verse siempre bien. La marca de la ropa (y por tanto el precio de ésta) es el símbolo de lo bien amados que estarán ella y sus hijos. Para esas alturas, el sexo –por obvias razones gravitacionales- dejó de ser la carnada que tenga al varón encadenado a la chica Cosmo, para en su lugar instalarse como tópico de manipulación el estatus. Así es que se nos vende que, para que podamos pasearnos por la calle con la frente muy en alto y el apellido bien lustrado es necesario que nuestra señora referencie su residencia en un código postal destacable, que se traslade en un camionetón de antología, que hable por Nextel en los semáforos más chic de la ciudad, que lleve y traiga niños con uniformes de colegios bien, y de clases de natación al ballet o al tenis. Para las chicas Cosmo todo –dije todo- todo es apariencia.
Pero para los casos en que se les revela el esclavizado marido existe el divorcio. Se sabe incluso de unas viudas negras en L.A. que planean ya no con quién han de casarse, sino de quién habrán de divorciarse. Para la Cosmo el divorcio es el negocio de la vida.
Oh, la chica Cosmo. Proliferación enfermiza de una sociedad de consumo que asume sofismas bien entretejidos como el “compro, uso, tiro (ah, y luego existo)”. ¿En qué momento, siglo veinte, diste más presencia de palabra a Marilyn Monroe que a Simone de Beauvoir?
miércoles, 12 de octubre de 2011
La vida es muerte (y viceversa)
Que la libertad sea un comentario de sobremesa,
un párrafo enfatizable en el discurso de un candidato,
no. Increíble.
Los inanimados colapsos del universo,
los de las escuelas primarias
y las esposas que usan -todavía-
su anillo de diamante,
son casualidades del mundo crudo,
cruel.
Las contracciones de la mujer
que ahora mismo está pariendo a un inmortal
destinado a morir,
y la lluvia de resaca del huracán,
y la canción del huracán,
son casualidades del pequeño momento:
Del momento de la vida.
Ese del que yo le hablo es un momento muy diminuto,
con respecto a la magna inmortalidad de la muerte.
O bien,
(y aunque no me lo crea)
resulta que la vida es asfixia
mientras la muerte respiro vital,
vida eterna.
Ni siquiera hemos podido entender eso,
y por ello invertimos demasiado tiempo en el gimnasio.
domingo, 2 de octubre de 2011
Aviso oportuno / de las soledades a los desperfectos del cobre
Llegar a casa desde la imprenta, andando a las siete y veinte por Montoro apenas antes haber doblado desde Cosío saludando a la chica del ciber, con manos casi tan sucias como el día anterior, pero más que el que antes del día de ayer transcurría.
Encender el televisor, o escoger una leve lectura, una de las que te llevan al letargo de no pensar en eso que te recuerde lo que más te ha hecho daño en el transcurso de la mañana, hasta que llegaste al almuerzo con los compañeros de la chamba entre bullas de salsas picantes y nuevos modelos de ford, pero que después de las doce te volvió a repicar en la sien. Ese aislado evento por entrecortado, por poco frecuente de ilación pero al final siempre en orbita, esa puntita de espina que no se clava, nomás se retuerce en la segunda capa de la piel donde la sangre ya comienza a manifestar señales de fragilidad, de mortandad, ese evento que no deja de deletrearse en la punta de la lengua: soledad.
A mis treinta y varios la perspectiva deja de ser a un sólo punto de fuga. No sé, quizá sea el vértigo que genera la cumbrera de la torrecilla construida por las mujeres que han pasado por aquí, deliberada o accidentalmente pero dejando escenas de película documental que hasta este momento de su proyección parece tratar de la vida y obra de algún comensal compulsivo del Greco de Madero, en espera siempre de la variedad musical de los sábados por la noche.
Desde el día posterior a la velada del Sanpa de Benito con los de la More, en que desperté a las catorce con agruras por exceso de botana, migraña vodquera y cruda de cigarro; desde ese día en que los oídos me gritaron con sordera que hora y media de mariachi en vivo y a quemarropa ya no eran suficiente dosis para amansar la tormenta de la llegada de nuevo a casa, en soledad absoluta; desde entonces fue que me di a la tarea de ponerle fin al tormento. Resultaba hora de volver a las andadas y olvidarme del cortometraje, del vértigo de la torrecilla, del Greco y de las mujeres que como huracán de temporada sólo dejaron a su paso destrozo tras impacto. Resultaba hora de poner manos a la obra.
En la imprenta sólo hay dos reglas irrompibles: el uso mesurado del lenguaje, ya que los castos oídos del devoto don Manuel, jefe y propietario del local, no admiten tal ordinariez; y el impecable cumplimiento del horario marcado por el mismo a sus empleados. Para poder solventar el segundo mandamiento, tengo diariamente que poner pie firme y descamarme a la siete en punto, esto me da el tiempo que pide mi matutino, negro y amargo café, y, una vez ya entrado en razón, darme un regaderazo con agua casi hirviendo.
El problema es que de doce días a la fecha el boiler no da señales de vida. Y las fuerzas que del más allá llegan para permitirme sobrellevar cada una de las interminables jornadas piden como única condición que se les remoje con agua de caldera: tan caliente como sea posible.
Aquella mañana, sin baño ni cafecito, ni oraciones ni don Manuel, me ocupé de los dos problemas que han ido desgastando mi ya de por sí delgadita paciencia. En ese momento caminé por Carranza y sorteando los innumerables obstáculos que la obra de mejora peatonal genera, me dirigí sin distracciones a las oficinas del diario local a gritarle al mundo vía “aviso oportuno” mi desesperada necesidad de dar con una chica que calentara mis solitarias noches con cine, abrazo, charla e intimidad. Y, como en tales casos el anuncio se cobra por letra y espacio, me resultaba conveniente matar los dos pájaros de un solo tiro. Así que con entusiasmo escondido en la ventanilla de anuncios de ocasión pasé al empleado del periódico una nota que decía: “se solicita novia y un fontanero”.
Mi anuncio fue exhibido por toda una semana en el diario de mayor circulación de la ciudad. Pero muy a mi pesar, no recibí respuesta ni de fontanero, ni de alguna curiosa chica que se aventurase a reportarse. Y aquí entre nos, no me resulta difícil entender las razones que me llevaron al naufragio en esta inverosímil por inusual empresa; Al final del día, en un mundo de obsesivos sexo adictos, ¿quién se suelta el pelo y responde sin pudor a una propuesta tan intima en formato de amor de botadero teniendo como enlace únicamente la dirección de correo electrónico que dejé al pie de mi nota impresa para alguna desesperada respuesta? A saber. En realidad, la respuesta de algún plomero en busca de chamba resultaba mas factible, pero, si lo pienso detenidamente, ¿Qué probabilidad hay de que logre respuesta por esa vía?, si al final del día los fontaneros no tienen e-mail.
Aguascalientes, Octubre del 2005
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Mira Cristo:
jueves, 22 de septiembre de 2011
Silvio Rodríguez / el futuro te está volteando a ver
A mi parecer, Silvio es lo más lejano a lo dogmático. No sólo vio pasar la revolución, sino que participó en ella defendiéndola a punta de fusil, y le cantó desde la trinchera del más humano de los socialismos en aquellos entonces acunados. Pero igualmente lo vio caer. Y se reinventó sin verse en la necesidad de negarse o traicionarse a sí mismo.
Digamos que aprendió a empuñar la pluma, depurándose en las artes de acariciarle gentilmente, al paso de los lustros en los que se empeñó -a fuerza de viajar, como tú- en entender un poco más que los demás sobre los asuntos de la excéntrica especie humana.
Por otro lado, me resulta fascinante cuando un creativo sabe hacer su oficio a partir de fundirlo con el de otro. Por ponerte un ejemplo, cuando un arquitecto sabe hacer cine con sus edificios (un recorrido es un guión, la ejecución de los escenarios la cinta), o viceversa, cuando un cineasta sabe hacer arquitectura (no me refiero al decorado. Me refiero a contar una historia con la luz y la sombra, la textura y -nuevamente- el guión y la emoción.)
Pues así mísmo hace Silvio con la literatura y la música. No es que ni cerca me las dé de conocer mucho de música, pero sí que he explorado el apasionante mundo de los hacedores de canciones (o bien, cantautores) contemporáneos en castellano. Y es por esto que me atrevo a opinar que sólo uno pudiese asemejarse en eso, en oficio, al cubano. Y ese del que ahora hablo, afortunado amigo catalán, ese es tu paisano, y se llama Joan.
Porque una cosa es hacer una canción que diga algo, y otra mucho más comprometida es hacer una melodía que contenga una pieza literaria. Se pudiera pensar a primer vistazo que tal género será obviamente la poesía, pero a partir de despiezar las canciones de Silvio, me atrevo a especular con duda sobre la unicidad de esta corta verdad.
La metáfora de Silvio puede alcanzar la pluridimensionalidad de más de uno de los cuentos del mejor cuentista de los tiempos modernos en nuestra lengua, hablo de Julio Cortazar.
Anyway. Que, como puedes darte cuenta, soy un apasionado del trabajo de este señor Rodríguez. Y por ello me permito recomendarte (si es que cabe que un pato haga recomendaciones a una escopeta) que no te quedes con el Silvio de los setentas ni ochentas. Que consigas el tríptico 'Silvio-Rodríguez-Domínguez' de los noventa, y atiendas a la magia de un libre-pensador que ha dominado la fórmula del 'volver a empezar sin recordar la fórmula de ayer'.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Los triunfadores
martes, 6 de septiembre de 2011
Alizée y los orangutanes
Sí sí… lo sé… ya he contado esta historia en miles de reuniones, pero es que, bueno, no puedo olvidarlo. El fenómeno mundial y los gritos, y todo eso, y ya ves que estamos hablando de lo que pasa cuando una chica linda se planta delante de unos cuantos de nosotros, los perros hambrientos. Ok, basta de insistir así… ¿lo ves?... todos quieren el relato, todos lo aclaman. Aunque ya lo hayan escuchado en otros bares y en otras conversaciones de copas, todos aman esto. Todos lo imaginan…
Lo he intitulado –jeje-: “Alizée y los orangutanes”. Prepárense señores, para el clímax de esta noche, y sírvanme otro tonic, pa entonar mejor mis palabras.
Y entre eructos de los propios y los más extraños (puro tornillo en el bar), empezaron las hostilidades en el terreno de juego. Siete pantallas planas y semi-gigantes poblaban todo el local de manera estratégica. No había forma de hacer ni pensar ni ver otra cosa que no fuera fútbol.
Por primera vez en nuestras vidas, y en la historia de la humanidad entera, todos los hombres nos pusimos bien de acuerdo, aunque fuera sólo por un ratito.
Ags. / 2008
martes, 23 de agosto de 2011
Vendedores de biblias
Y despiertas a mi lado
martes, 16 de agosto de 2011
Anda
viernes, 5 de agosto de 2011
Está ganando Beto
lunes, 1 de agosto de 2011
Boceto para Cartel
miércoles, 13 de julio de 2011
lunes, 11 de julio de 2011
Contadores
miércoles, 22 de junio de 2011
Llovió
Alcanzo a ver al paso cómo es que los árboles conversan entre ellos, se comentan la experiencia, se estiran, gritan, se desmodorran y hacen cantos grupales sin importarles tamaño, color, edad ni especie.
miércoles, 15 de junio de 2011
Los viajes de OM (carta a Octavio)
De niño papá nos llevaba a mis tres hermanos, a mi madre y a mí a vacacionar a lugares poco comunes para los turistas más fáciles. Me refiero a que, mientras mis compañeritos de colegio platicaban al volver del verano que habían ido a Acapulco o a Cancún a explorar albercas y playas concurridas de chicas en bikini, a mí me apenaba contar que me había tocado dar un tour por las comunidades indígenas de Michoacán o por los pueblos falderos de los volcanes de Puebla, o bordear cruzando a fuerza de brinco -cual línea de cal en el piso- la costa y la montaña de todo el estado de Veracruz, desde su norte hasta su sur.
También me exasperaba no comprender por qué todo aquello debía ser por carretera (en una camioneta familiar rodando parajes surrealistas y escuchando por horas interminables las cintas de mi padre, ya imaginas: Beach Boys, Beatles, Carpenters y Barry White) y nunca en un cómodo avión.
Tales aventuras, que en aquel entonces y a mi parecer eran más una excéntrica expedición que un pasatiempo vacacional, fueron desapareciendo del futuro historial familiar cuando madre y padre decidieron separarse y por ello es que me vi obligado a iniciar vida nueva en la provincia del país (que ahora es el lugar al que siempre he de volver.)
Al paso de los años, y ya entrado en la adolescencia fue que comencé a comprender la trascendencia de esos recorridos que papá nos motivaba a transitar. Mientras mis amigos de fiesta y verano ahorraban para ir cada año a Vallarta o a cualquier playa con olor a spring-break, yo comenzaba a dar indicios de freak y a soñar con volar -quise decir rodar- cada vez más lejos y a lugares en donde lo menos famoso eran las albercas.
Desde entonces se gestaba en mi curiosa cabeza una pregunta que hasta la fecha no encuentra respuesta definitiva: ¿por qué es que el hombre necesita viajar? ¿A qué se debe esa imperiosa necesidad de saber qué hay más allá de su horizonte?
Conocí y sigo conociendo con el paso de los años a muchos hombres (no seré Fox para desconocer el idioma y tener que enfatizar "hombres y mujeres", cuando, en el contexto idóneo el término "hombre" atrapa en concepto a toda la especie humana. Y que me linchen las ligas feministas) que no necesitan satisfacer tal curiosidad, y bueno, ha de haber gente pa’ todo. Un buen amigo de la adolescencia, cuando me escuchaba revelarle mis afanes de aventura en los confines, me decía que a su vez su padre le decía que el hombre debe dominar su pequeño entorno, porque si lo amplía corre el riesgo de difuminarse en la inmensidad de la nada.
Nunca he podido asimilar tal principio. Te podría contar que más bien y por conveniencia, me quedo con mi maltrecha conclusión (que rima bien con confusión) de que el individuo entiende mejor su sitio si sale a observar los contrastes de lo lejano. De que el hombre debe ir lejos, pero volver (siempre volver) a traer frescura y nuevas ideas. Ideas generadas en el universo interior –que no transcritas fielmente de los lugares visitados-, que seguramente construyó sufriendo dulces convulsiones y sismos al momento de mirar mundos distintos al propio. Viajar es como materializar la fantasía.
Y eso que yo, buen amigo, tan sólo he pisado unas cuantas tierras diferentes a la mía. ¿Qué será de tu enorme universo propio, con tantas y tantas postales grabadas en tu memoria?
Pero tampoco me trago el asunto de viajar como una fórmula mágica de hacer mundo –universo propio-. Conozco al tiempo, de tantos y tantos coleccionistas de sellos en sus pasaportes, de turistillas que sólo visitan los monumentos históricos de las ciudades capitales para tomarse la foto saboreándose más el momento de presumirla ante los conocidos a su vuelta a casa. De compradores compulsivos que exploran a tope la añeja modalidad del viajero: el turismo de Shopping; el de regresar al hotel con miles de bolsas rotuladas con los logos de las marcas más prestigiosas, rellenas de artículos que ni en sueños se encontrarán en los comercios cercanos a casa.
Si bien el hábito no hace al monje, el desgastado pasaporte tampoco hace al aventurero. Hay una gran diferencia entre el turista y el viajero.
Pero tú, buen amigo, tú sí que te pasas de pata de perro. Con esa letra y esa calma para contornearla, me quedo esperando para un futuro algo lejano (cincuenta años no es casi nada) tus memorias para con todo ese respecto.
Y, en absoluto apego a una estrategia de lector, prefiero esperar unos lustros o décadas más a que plasmes tus aventuras en un libro, para que en el lentico camino a la edad de la sabiduría, les encuentres de a poquito el sabor a los poetas conversacionales de por estas tierras. Porque –y con todo respeto hacia tu casi siempre impecable juicio, admirado colega- le haces gestos al primer sorbo de mezcal, sin darle tiempo a que ahúme tu garganta. Mira que tachar a Sabines de segunda división, encajonando en esas mismas ligas al propio Benedetti… ¡no me chingues, compadre!... sólo falta que Neruda te parezca digno de la lucha por el no descenso (siempre termina todo metaforeando futbol.)
Anyway, esto lo hemos de discutir en Tarragona, en alguna terraza con un tinto de la Rioja enfrente; o bien, y como lo decida el porvenir, en la mesa de una cantina en Guanajuato capital, con un tequila Don Julio reposado, derechito y a matar.
jueves, 9 de junio de 2011
Ciencia ficción a mi entender
viernes, 3 de junio de 2011
Permiso para olerte
Permiso para olerte,
sugiero.
Para olerte entre comidas,
y también mientras te pones la ropa
apurada por llegar a la jornada en tiempo.
Me gusta el olor concentrado de ti
que se acumula en el reverso de tu cuello,
en las corvas, y las palmas de tus manos,
en la profundidad de tu cabello,
y en la planicie de tu abdomen
dedicado a provocar a mi nariz inquieta.
Permiso para la pasión,
de tus veintipocos
hasta los noventa.
La erección mía no impondrá para nada monopolio
de la iniciativa del amor en nuestra cocina.
Permiso para olerte,
Y ni quién necesite canal alguno de pornografía.
viernes, 27 de mayo de 2011
Pinche Nuez (asesino)
No voy a olvidar la tarde en que nos dijiste a todos que hoy, jueves doce de agosto te ibas a quitar la vida. El día llegó y cumpliste, hijo de puta. Lo cumpliste a cabalidad y ahora mísmo estamos reunidos en el Rosinal, bebiendo el mejor café de la ciudad según tu recomendación y preguntándonos cómo habrás hecho para pegarte un tiro en el medio tiempo del aburrido Necaxa-Puebla, en preferente y sin ensuciar a nadie de sangre. Tan fino, tan pulcro, tan pendejo pero no tanto como para molestar.
Te quitaste la vida sin molestar a nadie, teóricamente. Pero ver a un imbécil dispararse en el estadio sí que es una molestia. Ahora mísmo la prensa habla más de ti que del descenso del Rayo. Los amigos, los pocos, Juanu, Pecé y Luqui y yo estamos revisando tu carpetita de escritos y vienen unos poemas para Erika y notas de gasolina, y nada más. Sólo te pusiste una meta y la cumpliste. Te quitaste la vida en un partido de futbol.
Ok, sí, el Necaxa juega de la chingada, pero no era para exagerar. Aunque la prensa no sabe que no fue a razón de un mal juego, sino por cumplir tu promesa de quitarte la vida hoy justamente. Nomás deja que te vea, y te voy a volver a matar a madrazos, porque te voy a extrañar a partir de mañana.
domingo, 22 de mayo de 2011
"comienzo"
A pesar de no saber a ciencia cierta qué significa "comienzo", pretendo comenzar a cambiar algunas cosas que no se comenzaron bien. Le pongo un ejemplo: mi técnica de masticar, el orden en el que guardo mis calcetines (tengo veintidos pares, para lavar un solo lote de calcetines cada tres semanas, eso sí funciona), y la proporción leche-cereal de mi plato de desayuno, por las mañanitas. Comienzo mañana lunes a comenzar dos cosas y así iré sumando comienzos, hoy domingo no es recomendable aplicar la palabra "comienzo". Hoy es día de no pensar en nada.
martes, 17 de mayo de 2011
Lo mío es caminar
Lo mío no es apurarme a llegar a nada, a ningún lado. No me pida que escuche las alarmas del fin del mundo ni las de los simulacros de los sismos ni las de los sismos genuinos. No me gusta pisar el acelerador si no es estrictamente para rebasar a algún otro andante que ha decidido ir aún más lentito que yo.
No salgo a correr en las madrugadas, ni por las noches. No mido mi ritmo cardiaco ni tengo una alarma en mi agenda electrónica para llegar a otro sitio o para recordar que se me ha ido otra hora del día y de la semana y de la vida. No me acomoda pensar más de siete segundos en el día de mañana.
Lo mío es caminar, mirando a lo que sucede alrededor. Lo mío es masticar despacio la fruta, y respirar intentando saber a qué sabe ésta o la otra bocanada. Lo mío es imaginar que no habrá vida eterna, y que sólo queda escanearlo todo a detalle, para llevármelo doblado en maleta con rumbo ineludible hacia la vejéz.
Esa manera de vivir me suele costar una fortuna, al no ir a su vez detrás de ésta. Pero -si me permite un sorbete de optimismo- me trae atractivos dividendos a la hora de aplicar la técnica del hombre-tortuga sobre la piel de mi mujer.
viernes, 13 de mayo de 2011
Papelitos clandestinos
jueves, 28 de abril de 2011
Boda Real vs Boda Irreal (¿cuál es cuál?)
martes, 26 de abril de 2011
Depurado sistema de sueño
Iba bien el mes, iba bien la semana y lo que iba del día de ayer hasta que me dormí plácidamente y me puse a soñar.
lunes, 25 de abril de 2011
Con ese vestido
miércoles, 13 de abril de 2011
Verso sublime del Poeta charlatán (uno)
lunes, 11 de abril de 2011
Adolescentes (vaya gente)
Gritan todo el tiempo, tragan desmesuradamente, se avientan entre ellos, no controlan sus decisiones -ni las más básicas como saludar con gusto o mirarse con curiosidad-; todo les da miedo, nada les da miedo, no comprenden de prioridades, son ridículos para vestir (apenas si saben vestirse por sí mismos), duermen casi todo el día, guardan silencios enormes, generan ruidos irreparables aún peor, vaya: son insoportables.
viernes, 8 de abril de 2011
Teibolera promedio
Así como nos ves, muchas dedicamos tiempo a los ensayos, a aprender nuevas suertes pa volar en las alturas de los tubos de la pista. Eso es lo que nos queda. Pasados los treinta, y con este cuerpo de ranchera del montón, sólo el baile y una buena elección de canciones, además de ropita que enseñe un poco de acá y esconda otro tanto de allá, nos pueden traer buena fortuna en una noche en que no vengan ese par de putas acaparadoras.