martes, 27 de diciembre de 2011

El alma (instrucciones de uso)




Sacar al sol unos minutos por la mañana / cuidarla del exceso de caricias -por no provocarle algún cáncer del ego- / bañar con agua pura, no sugar, o café de Chiapas, o tinto, o tequila / vaciarle lo acumulado en la memoria de lo crudo, de lo calvo o de lo arrugado; lo incoloro, lo inoloro, lo indoloro o lo plastificado / y nunca nunca cambiarla por un electrodoméstico, o venderla por un jugoso contrato de prestación de servicios, o un piso en Polanco.

No, no tiene repuesto, y cuando se rompe pareciera que ya no sirve / pero al paso de los días y los meses y los años trabaja aún mejor / y no le vienen mal las cicatrices.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Los besos del sol




Los besos del sol queman / ilustran a la masa lo que no se debe hacer al acercarse a él / el dios sol no tiene derecho a amar, sólo a proveer / cada cómo, cada cuál, cada si (if), cada qué / son preguntas de las amantes que dedican sus noches a soñar con otros seres masculinos, pero no con el sol / ninguna mujer se ha enamorado del sol / porque el rey del fuego no sabe hacer suspirar a una mujer.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Vas a morir pronto (amar es estar seguro de que...)




Conocernos para después besarnos,
caminar de la mano, hacer planes para el futuro.

Estar vivo reclama un tanto de idiotez constante.
La idiotez de la que hablo
compartida se endulza mejor.

Amar a pierna suelta
es estar seguro de que vas a morir pronto.

Olvido maltrecho




Organicé un espacio en mi casa para el olvido / y le pedí solemnemente y por carta que me acompañara / cociné en jueves ilusiones que ya habían emigrado el martes, y unos dulces de hielo que al calentarse en el horno despedían su mejor olor / pero la mala costumbre de mi amigo se volvía a lo suyo, y olvidó nuestra cita otrora acordada / Yo, que no me olvido de sus descortesías tan fácil / me recuerdo a cada mañana que el olvido se olvida de mí.

domingo, 11 de diciembre de 2011

El huracán




El huracán pasó por nuestro encima
y se llevó a su paso lo más frágil.

Lo más fuerte fue removido,
puesto a prueba.

Los árboles se lastimaron,
pero enraizados como están perduran atados a la tierra.
Las paredes y los techos de nuestra casa
fueron invadidos de humedades,
pero no volaron por los aires.

Mi mujer
-que es muy fuerte-
quedó arraigada a un barandal
y yo después de rodar por el jardín
me guarecí dentro de un armario vacío.

Nosotros, los que somos fuertes,
y nuestros amores fuertes por viejos amores
se quedaron mareados,
húmedos, miedosos pero a salvo.

El huracán se llevó lo más frágil:
los cristales de las ventanas,
las hojas sueltas de los árboles
y el huerto que habíamos sembrado juntos
-con la intacta ilusión de los que siembran-
hace apenas treinta y dos semanas.

Pero nada quedó de ello.

El huracán es un estornudo de Dios.
¿y, quién se cree importante
para negarle su derecho de soplar?

Por eso, y para no llorar de más,
es mejor saber y recordar que Dios
sonríe siempre
después de que estornuda.

sábado, 10 de diciembre de 2011

¿Cómo has hecho para burlar a la muerte?


Flores / elroko777 2007

Pequeñito Sebastián:
¿Cómo has hecho para burlar a la muerte hasta hoy?

¿Pues qué le has dicho al oído, guapo?
¿cómo se le enamora, para que te dé un día más de vida
y un día más
y un día más
y uno?

jueves, 24 de noviembre de 2011

Sobredosis de reflexión




Hemos matado los procesos intuitivos a partir de la socrática idea de reflexionarlo todo. ¿Qué sería del león si después de devorarse un ciervo se detuviera a reflexionar sobre el hecho?

La idea de que somos la especie superior gracias a nuestra capacidad de reflexión y análisis ya no me la trago. (Ejemplo:) La cualidad de producir para mejorar nuestro modus vivendi y nuestro statu ha llevado al colapso a la especie misma y a todas las demás con las que compartimos el planeta. Y la cosa va pa largo, porque nos negamos a entender aunque todo el pinche día lo malgastemos en reflexionar.

La reflexión malentendida es un acto de racionalización, y la racionalización es un acto de evasión de la realidad. Si mi cabeza insiste en reflexionar sobre el hecho del por qué le destrocé la nariz a golpes al pendejo que chocó contra mi coche, es porque seguramente está buscando una respuesta racionalizada que evada mi responsabilidad sobre el suceso para convertirlo en un heroico acto de justicia (“vaya, alguien debía darle una lección a ese imbécil”.) Lo más impactante es que seguramente dejaré de dormir varias noches (porque mi más interno yo intuye que me manché con aquel mexicano), tiempo que invertiré en racionalizar más y más sobre esto, hasta venderme (mediocremente) la idea de que el tipo se lo merecía.

Y así vamos acumulando experiencias, y así las vamos sobre-reflexionando. Y nuestra actitud ante la vida está dictada por una sobredosis de reflexión aplicada en cada cosa que nos sucede, y entonces sólo vivimos a partir de lo que sucede afuera de nosotros, y sólo reaccionamos a partir de lo que se presenta en el exterior. Y entonces vienen las gripas, y las úlceras y las colitis, y la calvicie y la disfunción eréctil, y hacemos de la medicina correctiva una efectiva manera de seguir evadiendo los procesos más primitivos de los que fuimos dotados (sigo hablando de la intuición.)

El sistemático método de la reflexión omnipresente inhibe hasta la muerte el inherente software de la intuición. Los niños (mejores por más limpios portadores de la programación natural y genética) hacen y actúan por convicción no pre-analizada, porque confían en su intuición. Es cuando los mayores aparecen con sus sermones morales y aleccionadores cuando éstos –los niños- comienzan a reflexionar sobre todo lo que les sucede alrededor, y pasan así a perderse en el miedo de ser mal-juzgados (y bueno, pues se convierten en adultos.)

El hombre no necesita reflexionar demasiado. La reflexión aletarga a los reflejos, y los reflejos no sólo son actos físicos, sino también conductuales. Es por ello que unos niños jugando lograrán más rápidamente ponerse de acuerdo en sus relaciones interpersonales aplicables a ese instante, que un puñado de adultos en siquiera consensuar el orden del saludo, porque ya lo fueron reflexionando desde antes de llegar a una reunión.

Ya se habría suicidado el león, de tener la capacidad de reflexionar sobre sus actos. O ya habría politizado el evento, o habría impuesto una moneda de cambio o fundado una religión anti-sangrienta. Y como ahora me descubro reflexionando demasiado sobre este asunto, me voy a seguir trabajando en lo mío porque sé de antemano que, como asegura George Steiner, el pensamiento humano no hace más que dar lástima. Entre muchas (probablemente diez) razones, porque lo que reflexione un hombre hoy, mañana será cosa del olvido.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Soneto del odio (a un mal Dios)


Este amor que te profeso intacto
que es invisible ante la ira ciega
destapa y levanta la falda turbia
de un dios que se encendió de vernos

El día en que nos besamos tan desnudos,
la noche en que juramos no invitarle,
a hacer de nuestro hijo tierra y lluvia
de su credo infatigable del incendio.

Nos amamos, y por eso somos carne
de este hijo que no quiere su bautizo
en la pila de la intacta historia

La que cuentan los insomnes sotaneros
de sotanas blanquecidas a galope
de la más insoportable hipocresía.

martes, 8 de noviembre de 2011

Así es mi tierra, compadre


Janitzio Michoacán, Mex. / Octavio Mestre / 2010

Acá,
amigo barbado,
los muertos comen y se indigestan
(por lo menos una vez por año)

Cantan,
nadan, pescan,
bailan, beben tequilita

Y bueno
(que si le preguntas al padrón del PRI)
hasta votan para elegir a su nuevo presidente.

Así es mi tierra,
me cae de a madres.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Te dije que no.


No quisiera rayarte la vida
con este plumón tan auténticamente negro,
ni mojar tu entrepierna endulzada
por el dios del estreno
con mi lanza desgasta de su punta.

Hube de decirte que no
cuando estás desnuda en mi cama,
cuando ríes de estar segura
de que es la hora de la mágica entrega inmediata.

Te dije que no,
por quererte bastante,
y no es que sea esto un acto de heroísmo.
Es en realidad una carta de ayuno obligado,
un mejor que te tenga quien se pueda quedar más de un día.

Soñamos de jóvenes nosotros
con perforar todos los pozos posibles,
pero la putería y la conciencia de la belleza
-que sólo las dan los años-
nos obligan a no erosionar los campos de las flores silvestres
(y a mirar sin pisar nada, y a luego irnos)

Mi padre era un caballero
(uso el verbo en pasado
no porque haya muerto,
sino porque se jubiló de tal oficio
para dedicarse a la sabiduría)
y, aunque nunca me enseñó las artes de su ocupancia,
me dejó un legado silencioso
de actos que engrandecen al hombre

huyendo

huyendo.

justo como yo hago ahora contigo
pidiendo que te vistas y que mejor enciendas la tele.
Darán una peli de Fellini a las ocho,
abrázame y quedémonos callados.

lunes, 24 de octubre de 2011

La nefasta filosofía de la Chica Cosmo




Cómo hacer que te adore en la cama. Nueve maneras de retenerlo a tu lado sin derramarle una lágrima. Tips infalibles para que sólo te mire a ti. Hazlo un adicto sexual en la primera cita. Cómo exigir un diamante para tu mano sin tener que pedirlo. La guía de los veinte pares de zapatos que deben estar en tu guardarropa. Los cuatro cirujanos plásticos de moda en la ciudad.

¿Acaso no son estos los encabezados de portada en las revistas para la mujer contemporánea? Y todo se reduce a tres cosas: consigue un hombre y mantenlo a tu lado, ten una boda mejor que las de todas tus amigas, y viste y luce siempre mejor que ellas. En eso radica la vida de una chica Cosmo. Todos los contenidos y secciones son consejos y rutas para obtener el éxito en la vida, y el éxito en la vida está contenido en esas tres finalidades.

Pues bueno caballero, que para eso querían ellas liberarse. Tanta pancartería desplegada en todo el siglo pasado para llegar a pelear el derecho a tener un hombre y retenerlo, la posibilidad de protagonizar una boda de ensueño, y aspirar hasta lograr verse siempre como una protagonista de telenovela.

La chica Cosmo, que a todas luces representa el prototipo de la mujer contemporánea, evoluciona creativamente el concepto de príncipe azul de cuento agregándole una muy estirable tarjeta de crédito a su billetera. Los demás requisitos no parecen variar demasiado: guapo pero sin que su vanidad le distraiga para trabajar como esclavo, inteligente pero fácilmente chantajeable, sociable pero nunca el alma de la fiesta. Un tipo simple, que guste de los rudimentarios deportes y de las herramientas de mano. Ah, pero eso sí: convenientemente adicto al sexo y al trabajo.

El varón de la chica Cosmo es más bien una especie de accesorio con una vocación plurifuncional, como si se tratara de un collar adecuado a usarse en martes para la oficina y el sábado para salir de noche. Un empleado que resuelva todo lo operativo de su vida, y que también se haga cargo de liquidar todas sus cuentas. El pago a cambio parece simple: sexo, sólo sexo. La chica Cosmo ha desarrollado la creencia de que los hombres somos animales que no hacemos más que desear su vagina, y a cambio de tenerla estamos dispuestos a matarnos los unos a los otros.

De ahí se derivan el otro par de obsesiones. La segunda, la boda espectacular. Esta aberración al culto republicano es más bien una graduación, el desbordado alarde de haber obtenido una máquina para trabajar (un varón-tractor), y estar firmando justamente el vitalicio contrato de compra-venta.

¿Que por qué es famosa la leyenda de que a los hombres nos indigesta el matrimonio con una chica Cosmo?, fácil, pues porque realmente no sabemos qué suelo pisamos, ni en qué nos estamos metiendo. ¿Que cómo saber si usted está a punto de casarse con una de ellas?, más fácil aún: revise en las cuentas si el vestido que llevarán las damas de honor es más costoso que el austero atuendo gris que portará usted para el evento que está pagando. Es sabido que ahora se estila que en la foto de bodas sólo salga la novia.

Y toda la parafernalia requerida para la vida cotidiana posterior cumplirá con la tercera pero no menos importante fijación: verse siempre bien. La marca de la ropa (y por tanto el precio de ésta) es el símbolo de lo bien amados que estarán ella y sus hijos. Para esas alturas, el sexo –por obvias razones gravitacionales- dejó de ser la carnada que tenga al varón encadenado a la chica Cosmo, para en su lugar instalarse como tópico de manipulación el estatus. Así es que se nos vende que, para que podamos pasearnos por la calle con la frente muy en alto y el apellido bien lustrado es necesario que nuestra señora referencie su residencia en un código postal destacable, que se traslade en un camionetón de antología, que hable por Nextel en los semáforos más chic de la ciudad, que lleve y traiga niños con uniformes de colegios bien, y de clases de natación al ballet o al tenis. Para las chicas Cosmo todo –dije todo- todo es apariencia.

Pero para los casos en que se les revela el esclavizado marido existe el divorcio. Se sabe incluso de unas viudas negras en L.A. que planean ya no con quién han de casarse, sino de quién habrán de divorciarse. Para la Cosmo el divorcio es el negocio de la vida.

Oh, la chica Cosmo. Proliferación enfermiza de una sociedad de consumo que asume sofismas bien entretejidos como el “compro, uso, tiro (ah, y luego existo)”. ¿En qué momento, siglo veinte, diste más presencia de palabra a Marilyn Monroe que a Simone de Beauvoir?

miércoles, 12 de octubre de 2011

La vida es muerte (y viceversa)


Que la libertad sea un comentario de sobremesa,
un párrafo enfatizable en el discurso de un candidato,
no. Increíble.


Los inanimados colapsos del universo,
los de las escuelas primarias
y las esposas que usan -todavía-
su anillo de diamante,
son casualidades del mundo crudo,
cruel.

Las contracciones de la mujer
que ahora mismo está pariendo a un inmortal
destinado a morir,
y la lluvia de resaca del huracán,
y la canción del huracán,
son casualidades del pequeño momento:

Del momento de la vida.

Ese del que yo le hablo es un momento muy diminuto,
con respecto a la magna inmortalidad de la muerte.

O bien,
(y aunque no me lo crea)
resulta que la vida es asfixia
mientras la muerte respiro vital,
vida eterna.

Ni siquiera hemos podido entender eso,
y por ello invertimos demasiado tiempo en el gimnasio.

domingo, 2 de octubre de 2011

Aviso oportuno / de las soledades a los desperfectos del cobre



Llegar a casa desde la imprenta, andando a las siete y veinte por Montoro apenas antes haber doblado desde Cosío saludando a la chica del ciber, con manos casi tan sucias como el día anterior, pero más que el que antes del día de ayer transcurría.

Encender el televisor, o escoger una leve lectura, una de las que te llevan al letargo de no pensar en eso que te recuerde lo que más te ha hecho daño en el transcurso de la mañana, hasta que llegaste al almuerzo con los compañeros de la chamba entre bullas de salsas picantes y nuevos modelos de ford, pero que después de las doce te volvió a repicar en la sien. Ese aislado evento por entrecortado, por poco frecuente de ilación pero al final siempre en orbita, esa puntita de espina que no se clava, nomás se retuerce en la segunda capa de la piel donde la sangre ya comienza a manifestar señales de fragilidad, de mortandad, ese evento que no deja de deletrearse en la punta de la lengua: soledad.

A mis treinta y varios la perspectiva deja de ser a un sólo punto de fuga. No sé, quizá sea el vértigo que genera la cumbrera de la torrecilla construida por las mujeres que han pasado por aquí, deliberada o accidentalmente pero dejando escenas de película documental que hasta este momento de su proyección parece tratar de la vida y obra de algún comensal compulsivo del Greco de Madero, en espera siempre de la variedad musical de los sábados por la noche.

Desde el día posterior a la velada del Sanpa de Benito con los de la More, en que desperté a las catorce con agruras por exceso de botana, migraña vodquera y cruda de cigarro; desde ese día en que los oídos me gritaron con sordera que hora y media de mariachi en vivo y a quemarropa ya no eran suficiente dosis para amansar la tormenta de la llegada de nuevo a casa, en soledad absoluta; desde entonces fue que me di a la tarea de ponerle fin al tormento. Resultaba hora de volver a las andadas y olvidarme del cortometraje, del vértigo de la torrecilla, del Greco y de las mujeres que como huracán de temporada sólo dejaron a su paso destrozo tras impacto. Resultaba hora de poner manos a la obra.

En la imprenta sólo hay dos reglas irrompibles: el uso mesurado del lenguaje, ya que los castos oídos del devoto don Manuel, jefe y propietario del local, no admiten tal ordinariez; y el impecable cumplimiento del horario marcado por el mismo a sus empleados. Para poder solventar el segundo mandamiento, tengo diariamente que poner pie firme y descamarme a la siete en punto, esto me da el tiempo que pide mi matutino, negro y amargo café, y, una vez ya entrado en razón, darme un regaderazo con agua casi hirviendo.

El problema es que de doce días a la fecha el boiler no da señales de vida. Y las fuerzas que del más allá llegan para permitirme sobrellevar cada una de las interminables jornadas piden como única condición que se les remoje con agua de caldera: tan caliente como sea posible.

Aquella mañana, sin baño ni cafecito, ni oraciones ni don Manuel, me ocupé de los dos problemas que han ido desgastando mi ya de por sí delgadita paciencia. En ese momento caminé por Carranza y sorteando los innumerables obstáculos que la obra de mejora peatonal genera, me dirigí sin distracciones a las oficinas del diario local a gritarle al mundo vía “aviso oportuno” mi desesperada necesidad de dar con una chica que calentara mis solitarias noches con cine, abrazo, charla e intimidad. Y, como en tales casos el anuncio se cobra por letra y espacio, me resultaba conveniente matar los dos pájaros de un solo tiro. Así que con entusiasmo escondido en la ventanilla de anuncios de ocasión pasé al empleado del periódico una nota que decía: “se solicita novia y un fontanero”.

Mi anuncio fue exhibido por toda una semana en el diario de mayor circulación de la ciudad. Pero muy a mi pesar, no recibí respuesta ni de fontanero, ni de alguna curiosa chica que se aventurase a reportarse. Y aquí entre nos, no me resulta difícil entender las razones que me llevaron al naufragio en esta inverosímil por inusual empresa; Al final del día, en un mundo de obsesivos sexo adictos, ¿quién se suelta el pelo y responde sin pudor a una propuesta tan intima en formato de amor de botadero teniendo como enlace únicamente la dirección de correo electrónico que dejé al pie de mi nota impresa para alguna desesperada respuesta? A saber. En realidad, la respuesta de algún plomero en busca de chamba resultaba mas factible, pero, si lo pienso detenidamente, ¿Qué probabilidad hay de que logre respuesta por esa vía?, si al final del día los fontaneros no tienen e-mail.




Aguascalientes, Octubre del 2005

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Mira Cristo:


Si viniste a sermonearme sobre
que ya me ponga un traje y una corbata para ir a trabajar,
y que me hinque y llore tu partida aquel día viernes;
y si pretendes que te tenga miedo -o lástima-
por las salvajadas que te hicieron los romanos
o los judíos
o los que hayan empezado con eso...

Si persigues que me sienta una mierda
por lo basura que ha resultado la especie humana,
a la que juran tus grupies que viniste a salvar
ante los ojos de tu iracundo señor padre,

pierdes tu tiempo.

Así que
bájate de esa cruz, carnal,
ponte un jeans y una camiseta de algodón,
y vámonos de tequilas.

(ah, y date un baño, que esa sangre
y ese sudor te hacen quedar muy mal)

Y ahora, venga...
dime cómo has hecho para pensar tan chido como lo haces.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Silvio Rodríguez / el futuro te está volteando a ver


La poligamia creativa que ejerce y evoca (o quiero decir provoca) Silvio es innegablemente palpable. En cada canción suya hay una mujer peinándose frente al espejo. Lo interesante de su literatura es que esa mujer -la del espejo- puede apellidarse patria, o tierra, o vida o muerte. O infancia o vejez, o amigo o enemigo. La metáfora de Silvio es líquida, y por ello se adapta a todos los envases. Los de hoy y los de 1976. Pero la constante -el líquido que se transporta de canción a canción, de disco a disco y de año a año- es siempre la misma: una mujer. En eso, buen amigo, la razón cena contigo esta noche.

Me revienta las pelotas que se le encasquete a Silvio como interprete y autor de música de protesta. El reduccionismo de aquellos que sólo le han escuchado cantar Ojalá empalidece toda una gama infinita de colores para imprimir en un binario juicio alguna de las siguientes ecuaciones: protesta / política; protesta-política / izquierda; izquierda / comunistas; comunistas / reaccionarios; reaccionarios / auto-marginados; auto-marginados / ¡peligro!

A mi parecer, Silvio es lo más lejano a lo dogmático. No sólo vio pasar la revolución, sino que participó en ella defendiéndola a punta de fusil, y le cantó desde la trinchera del más humano de los socialismos en aquellos entonces acunados. Pero igualmente lo vio caer. Y se reinventó sin verse en la necesidad de negarse o traicionarse a sí mismo.

Digamos que aprendió a empuñar la pluma, depurándose en las artes de acariciarle gentilmente, al paso de los lustros en los que se empeñó -a fuerza de viajar, como tú- en entender un poco más que los demás sobre los asuntos de la excéntrica especie humana.

Por otro lado, me resulta fascinante cuando un creativo sabe hacer su oficio a partir de fundirlo con el de otro. Por ponerte un ejemplo, cuando un arquitecto sabe hacer cine con sus edificios (un recorrido es un guión, la ejecución de los escenarios la cinta), o viceversa, cuando un cineasta sabe hacer arquitectura (no me refiero al decorado. Me refiero a contar una historia con la luz y la sombra, la textura y -nuevamente- el guión y la emoción.)

Pues así mísmo hace Silvio con la literatura y la música. No es que ni cerca me las dé de conocer mucho de música, pero sí que he explorado el apasionante mundo de los hacedores de canciones (o bien, cantautores) contemporáneos en castellano. Y es por esto que me atrevo a opinar que sólo uno pudiese asemejarse en eso, en oficio, al cubano. Y ese del que ahora hablo, afortunado amigo catalán, ese es tu paisano, y se llama Joan.

Porque una cosa es hacer una canción que diga algo, y otra mucho más comprometida es hacer una melodía que contenga una pieza literaria. Se pudiera pensar a primer vistazo que tal género será obviamente la poesía, pero a partir de despiezar las canciones de Silvio, me atrevo a especular con duda sobre la unicidad de esta corta verdad.

La metáfora de Silvio puede alcanzar la pluridimensionalidad de más de uno de los cuentos del mejor cuentista de los tiempos modernos en nuestra lengua, hablo de Julio Cortazar.

Anyway. Que, como puedes darte cuenta, soy un apasionado del trabajo de este señor Rodríguez. Y por ello me permito recomendarte (si es que cabe que un pato haga recomendaciones a una escopeta) que no te quedes con el Silvio de los setentas ni ochentas. Que consigas el tríptico 'Silvio-Rodríguez-Domínguez' de los noventa, y atiendas a la magia de un libre-pensador que ha dominado la fórmula del 'volver a empezar sin recordar la fórmula de ayer'.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Los triunfadores




Los triunfadores no andan,
trepan.

Han tomado un par de cursos de cómo se camina hacia arriba,
pisando lo que ha de quedarse abajo
para llegar a un punto donde todo se vea pequeño
desde su magna perspectiva.

Los triunfadores persiguen la línea del horizonte
creyendo a pies juntillas que se trata de una frontera.
Y sueñan con tener el pasaporte listo,
y todos los demás documentos en regla
para cuando llegue el momento
de cruzar al paraíso de los pocos elegidos

de los que saben cómo se vive la vida,
de los que tienen la llave del mundo,
de los que miran sólo hacia abajo
hasta adormecer los músculos del cuello.

Los triunfadores son figurillas de barro
malamente ovacionadas por los que
todavía necesitan cuentos azules para dormir cada noche.

martes, 6 de septiembre de 2011

Alizée y los orangutanes

Sí sí… lo sé… ya he contado esta historia en miles de reuniones, pero es que, bueno, no puedo olvidarlo. El fenómeno mundial y los gritos, y todo eso, y ya ves que estamos hablando de lo que pasa cuando una chica linda se planta delante de unos cuantos de nosotros, los perros hambrientos. Ok, basta de insistir así… ¿lo ves?... todos quieren el relato, todos lo aclaman. Aunque ya lo hayan escuchado en otros bares y en otras conversaciones de copas, todos aman esto. Todos lo imaginan…

Lo he intitulado –jeje-: “Alizée y los orangutanes”. Prepárense señores, para el clímax de esta noche, y sírvanme otro tonic, pa entonar mejor mis palabras.

En un pinche pub irlandés de la Condesa, sobre Nuevo León (uno de esos en los que la cerveza es el elixir, y a aquel que sea sorprendido pidiendo otra cosa se le tira de inadaptado), nos reunimos para ver un sabadito por la noche el clásico joven: América Cruz Azul, a jugarse en el meritito Azteca.

Ya saben aquello: puro cabrón en mezclilla y camiseta. Pero eso sí, o eras crema, o eras azul. No había sitio para despistados ni indecisos. En la mesa nos veías discutiendo desde antes del silbatazo al Jubi, al Piche-Copadre, al Rubens, al Cristian, al Sanders (sí sí… el más chilango de todos), y a su servilleta –vestidazo de amarillo rey, ¡aguilita de los buenos!-

Y entre eructos de los propios y los más extraños (puro tornillo en el bar), empezaron las hostilidades en el terreno de juego. Siete pantallas planas y semi-gigantes poblaban todo el local de manera estratégica. No había forma de hacer ni pensar ni ver otra cosa que no fuera fútbol.

Aquello era una guerra civil. La gran Tenochtitlan se divide en tres bandos, y dos de ellos se estaban descabellando esa noche en un campo y pateando un balón. La Condesa entera, y Polanco y Las Lomas, y Tepito y la Guerrero, y la Narvarte y la Portales y Tlalpan, Noche Buena, Santa María, la Doctores, Pedregal, Chapultepéc y Viveros, y todos los pinches barrios tenían algo en juego ahí, en esa maceta en Santa Úrsula de concreto burdo conteniendo ciento diez mil almas hambrientas de gol propio, y de sangre y lágrimas del contrario. América Cruz Azul… ¡América Cruz Azul!

Desde los minutos iniciales la adrenalina se olía a kilómetros lejanos. Nada claro en el campo. Planteamientos de ataque de los amarillos, pasando siempre los balones por los pies del rey Blanco, pocos resultados. Torrado se encargaba de achicar a casi todos los locales, para darle parque al zar Chelito. Pero Villa no es ningún caramelito, y ¡adiós balón, azulitos!... Ochoa, bien, ahora Conejo despeja, y otra vez Blanco, ¡suelo!, y Torrado y Villa y Chelito, y poco digno de ser gritado por la concurrencia. Nada para nadie.

Mientras pasaban los minutos, y como el juego no estaba como para mirarle de corrido, las discusiones entre mesas se iban dando. La ecuación es fácil: encierra en un local a cien varones, dales cerveza al por mayor, sintoniza el televisor en el pambol extremo –se recomienda un clásico de muerte-, y obtendrás una madriza campal digna de ser contada en el Alarma.

Las consignas aumentaban de color al correr del cronómetro que televisa deportes pone en la esquinita de la imagen. De putos y muñecas no se bajaban los apasionados parroquianos en conflicto. Solo era cosa de tiempo para que comenzara el verdadero espectáculo. Con decirles que en nuestra misma mesa ya se cocinaban aventones entre azules y amarillos (¡chale!… creo que yo era el único amarillo).

Y la afrenta se suspende por quince minutos, así lo avisaba el hombre de negro con tres sopliditos de silbato. El primer comercial siempre es del Slim y su Telcel, y el primer grito de “maldito medio tiempo” viene del más nervioso de la concurrencia.

La verdad es que daba miedo ir al baño. En un lugar así, donde uno nomás se atasca de cerveza, el mingitorio juega un papel importante en la velada, sobretodo en los quince minutos de descanso. Pero como todo aquello apestaba a tensión humeante de cero-cero, no había quién se levantara de su asiento. Los más rudos se miraban entre ellos, para luego ver las caras de los demás machos de la jaula.

Se empezaban a escuchar hasta jadeos en el bar, mientras Dosal y el menor de los Brizio trataban de desmenuzar desde su escritorio hi-tec del estudio C de Televisa San Ángel las acciones de la primera mitad; cuando al cabrón del barman se le ocurre mal pisar un botón del remoto de SKY, y cambió el canal a uno de videos musicales al tratar de subir el volumen del audio.

Los fuertes reclamos no se hicieron esperar. Aquel incómodo silencio se quebró en un gran “no mames” cuando la concurrencia observaba en las pantallas a una chica bailando raro una rola en francés, en lugar del resumen de las hostilidades del clásico joven.

Pero el cantinero fue el primero en caer hipnotizado. O quizá fue su ayudante, quien le arrancó de las manos el control para que no pudiera quitar la imagen que provenía de aquellos plasmas.

Una canción melosa, pero sumamente pegajosa se escapaba de las bocinas del lugar, mientras una niña no mayor de veinte bailaba y cantaba llenando un trajecito negro estilo Betty Boop como de terciopelo, estraple y de chorcito entallado, en un escenario que recordaba a los de Raúl Velasco en su Siempre en Domingo, allá en los lejanos ochentas.

Todos los televisores contenían tal señal. Y todos los presentes, uno a uno, fuimos cayendo en un estado de inexplicable estupidez al mirar a los ojos –y a las piernas y a al cabello, y a la cintura y a los pechos y a las sublimes caderas- de tan hermosa criatura.

Pasaban y pasaban los minutos, y la rola melosa en francés nunca acababa. Las cámaras tomaban en diversos ángulos a la mujer de todos nuestros sueños. Ella sólo hacía como que cantaba con un micro manos libres sujetado desde su oreja. Y bailaba y sonreía y movía de nuevo esos anchos muslos delimitados por el hotpants y unas botas muy ataconadas, y también negras hasta las rodillas.

Ahora fue que sucedió, que todos los hombres regresamos a la edad de piedra, o quizá antes… ¡mucho antes!

Ahora fue que dejamos de ser homo sapiens, y nos volvimos orangutanes. Y unos así bailaban a brincos, haciendo ruidos tan extraños, mientras otros se golpeaban con sus puños el pecho cada vez más fuerte. Alguno se jalaba los cabellos, y otro pateaba el trasero de su vecino de mesa, al tiempo que éste solamente babeaba frente al televisor. Todo señores, ¡todo el lugar enloqueció!

Todos terminamos abrazados, y cantando en francés borracho. Todos olvidamos el fútbol, y a Chelito y a Cuauhtémoc y a Villa y a Torrado y a Brizio, y pedimos al gerente que pusiera desde youtube una y otra y otra vez la rola melosa y las imágenes de la chica francesita, haciendo como que cantaba.

Por primera vez en nuestras vidas, y en la historia de la humanidad entera, todos los hombres nos pusimos bien de acuerdo, aunque fuera sólo por un ratito.

Ags. / 2008

martes, 23 de agosto de 2011

Vendedores de biblias



Los vendedores de biblias ofrecen papiro a las imprentas,
pastura a las gasolineras,
mazapanes a los diabéticos,
o champús a los calvos.

Dios también ha evolucionado:
-can't you guys see?-
ya no se anda en burro,
y ha entrenado a esquivar la izquierda del agreste
tipo al que puso la otra mejilla.

Dios usa las redes sociales
con la misma cautela con la que dictaba metáforas
a los escribanos de los libros de la Biblia.

Los vendedores de biblias ya casi no existen,
¿se ha dado usted cuenta de que en los hoteles One
ya no hay biblias dentro de los cajones de los buróes?

Los vendedores de biblias escasean,
ahora venden nichos funerarios on line
(gracias a Dios Padre)

Y despiertas a mi lado



"flores en mano" / oleo-tela / elroko777 / 2010

Cada día que decido amarte
despiertas curiosamente a mi lado.

Cada noche, y cada entretiempo del Pachuca Puebla,
cada desfile religioso
y cada marcha de los antorchistas,
en cada caso te comes las uñas
y cocinas algo nuevo adentro de tus pulmones,
y el aire que respiras lo conviertes en llave de acceso a la libertad

Y despiertas a mi lado.

Decido amarte casi todos los días,
y en los que no (regularmente martes y lunas nuevas)
me obliga tu piel a transgredir mis reglas.

Y despiertas a mi lado,
después de someterme por adelantado,
antes de que yo me revele y huelgue ante tus cabellos
(horrorizados de firmar protagonismo de prepago)
y comenzamos a rezar, y recordamos que Dios odia que le recen,
y despiertas a mi lado.

martes, 16 de agosto de 2011

Anda




Si escribieras con la entraña
te tomaríamos más en serio, pero, por alguna razón muy extraña, escribes siempre pensando en los demás.

Tus letras son una búsqueda desesperada por la palmadita de mamá, y de papá y de la tía Adela. Y te sacrificas y no exploras nada de lo que sucede inside. Te enseñaron mamá y papá y tía Adela a complacerles en todo, e incluso siendo adulta les tienes que convencer. Ésa es tu cruz, complacer a todos los que te dieron una palmadita, y ya ahora no sabrías cómo vivir sin la palmadita de todos a cada pasito que das.

Quieres escribir, pero no te sale nada honesto, nada realmente tuyo. Todo es adulación hacia alguien, o hacia algo. Todo es buena vibra y "aprender a andar".

Mejor pon un canal de cocina. Los que cocinan logran complacer siempre a los demás y les pagan por ello. La cocina es el mejor oficio para los que buscan el aplauso fácil, la literatura es lo contrario.

Anda, que yo te regalo tu primera sartén.

viernes, 5 de agosto de 2011

Está ganando Beto



¡Puta madre!

Redacto facturas y estoy reunido con señores de trajes grises y corbatas que les regalaron sus suegras en alguna navidad en que estaban de moda los estampados de clips y de otros artículos de oficina / y me voy a la cama a las diez (ya ni siquiera espero el estreno del nuevo capítulo de House) / y desayuno frutas, y como verduras y ceno cereal sin sabor, para bajar los diez que llevo encima / y ya con tres cervezas es suficiente y la mota se me secó en el cajón de madera.

Help!
Que le está ganando Beto a elro

lunes, 1 de agosto de 2011

Boceto para Cartel

Boceto para cartel / elroko777 / agosto 2011

No me miren feo los diseñadores gráficos. La idea es presentarles esta "maqueta" para que desarrollen ciertos conceptos ya en una propuesta pro.

(saludos a los DG's)

miércoles, 13 de julio de 2011

lunes, 11 de julio de 2011

Contadores




Hace cien años aproximadamente, en una oficina en donde solían laborar cientos de contadores, la usanza en el vestir era para los caballeros - y por cuestiones climáticas- una guayabera a manga corta, y unos pantalones de fibra ligera, y muy casuales.

Uno de los contadores que se incorporó a la empresa en esos días, sin decir más nada comenzó a acudir a diario a laborar vestido con un traje gris, camisa blanca y corbata de seda.

Los demás contadores, los más nuevos y los más arraigados comenzaron a verle mal. ¿cómo era posible que faltara de esa forma a los lineamientos de imagen en la empresa?, ¿qué acaso no había nadie que metiera en cintura a este payaso vestido de dandi?

Cuando se le preguntó con molestia que por qué andaba así vestido por los pasillos de la oficina, él se limitó a contestar que en realidad no existía escrito ningún código de etiqueta en la compañía, lo cual le daba total libertad de portar la prenda que le viniera en gana.

Claro que los adjetivos hacia su persona fueron grotezcos y bastante ofensivos aún en su presencia. Cuando se lo veía andando por las instalaciones, se murmuraban expresiones tales como aristócrtata o muerto de hambre, junior-papi o malnacido, comunista o hijo del imperio, amarillo o rojiblanco, adefesio o lindo-guapo, maricón o mujeriego.

Hace apenas unos años, en la misma compañía, a un nuevo integrante se le ha ocurrido -por cuestiones climáticas- andarse al trabajo vestido de guayabera a manga corta y pantalón ligero. Y todos los señores que desde hacía años y por honrosa tradición vestían traje gris, camisa blanca y corbata de seda comenzaron a gritarle sin reparo aristócrtata o muerto de hambre, junior-papi o malnacido, comunista o hijo del imperio, amarillo o rojiblanco, adefesio o lindo-guapo, maricón o mujeriego.

Ayer pasé por las oficinas de estos contadores, y ya eran más de tres los que se paseaban por la banqueta, al término de su jornada, con atuendo de verano, osea, el de la guayabera.

¿quién entiende a los contadores?

miércoles, 22 de junio de 2011

Llovió


Alcanzo a ver al paso cómo es que los árboles conversan entre ellos, se comentan la experiencia, se estiran, gritan, se desmodorran y hacen cantos grupales sin importarles tamaño, color, edad ni especie.

Hagan los lectores el esfuerzo, y pueden constatarlo justo al amanecer siguiente de una lluvia nocturna. Por poner un ejemplo sobre el mojado asfalto, anoche cayó agua desde el cielo de mi ciudad. Y todos ellos -los árboles soberbios y recién nacidos de nuevo- me saludaban hablándome de usted cuando me veían andar rumbo a la chamba al amanecer de el día corriente.

miércoles, 15 de junio de 2011

Los viajes de OM (carta a Octavio)

Seres Viajeros / Diego Manuel / acrílico-tela / Buenos Aires 2005

De niño papá nos llevaba a mis tres hermanos, a mi madre y a mí a vacacionar a lugares poco comunes para los turistas más fáciles. Me refiero a que, mientras mis compañeritos de colegio platicaban al volver del verano que habían ido a Acapulco o a Cancún a explorar albercas y playas concurridas de chicas en bikini, a mí me apenaba contar que me había tocado dar un tour por las comunidades indígenas de Michoacán o por los pueblos falderos de los volcanes de Puebla, o bordear cruzando a fuerza de brinco -cual línea de cal en el piso- la costa y la montaña de todo el estado de Veracruz, desde su norte hasta su sur.

También me exasperaba no comprender por qué todo aquello debía ser por carretera (en una camioneta familiar rodando parajes surrealistas y escuchando por horas interminables las cintas de mi padre, ya imaginas: Beach Boys, Beatles, Carpenters y Barry White) y nunca en un cómodo avión.

Tales aventuras, que en aquel entonces y a mi parecer eran más una excéntrica expedición que un pasatiempo vacacional, fueron desapareciendo del futuro historial familiar cuando madre y padre decidieron separarse y por ello es que me vi obligado a iniciar vida nueva en la provincia del país (que ahora es el lugar al que siempre he de volver.)

Al paso de los años, y ya entrado en la adolescencia fue que comencé a comprender la trascendencia de esos recorridos que papá nos motivaba a transitar. Mientras mis amigos de fiesta y verano ahorraban para ir cada año a Vallarta o a cualquier playa con olor a spring-break, yo comenzaba a dar indicios de freak y a soñar con volar -quise decir rodar- cada vez más lejos y a lugares en donde lo menos famoso eran las albercas.

Desde entonces se gestaba en mi curiosa cabeza una pregunta que hasta la fecha no encuentra respuesta definitiva: ¿por qué es que el hombre necesita viajar? ¿A qué se debe esa imperiosa necesidad de saber qué hay más allá de su horizonte?

Conocí y sigo conociendo con el paso de los años a muchos hombres (no seré Fox para desconocer el idioma y tener que enfatizar "hombres y mujeres", cuando, en el contexto idóneo el término "hombre" atrapa en concepto a toda la especie humana. Y que me linchen las ligas feministas) que no necesitan satisfacer tal curiosidad, y bueno, ha de haber gente pa’ todo. Un buen amigo de la adolescencia, cuando me escuchaba revelarle mis afanes de aventura en los confines, me decía que a su vez su padre le decía que el hombre debe dominar su pequeño entorno, porque si lo amplía corre el riesgo de difuminarse en la inmensidad de la nada.

Nunca he podido asimilar tal principio. Te podría contar que más bien y por conveniencia, me quedo con mi maltrecha conclusión (que rima bien con confusión) de que el individuo entiende mejor su sitio si sale a observar los contrastes de lo lejano. De que el hombre debe ir lejos, pero volver (siempre volver) a traer frescura y nuevas ideas. Ideas generadas en el universo interior –que no transcritas fielmente de los lugares visitados-, que seguramente construyó sufriendo dulces convulsiones y sismos al momento de mirar mundos distintos al propio. Viajar es como materializar la fantasía.

Y eso que yo, buen amigo, tan sólo he pisado unas cuantas tierras diferentes a la mía. ¿Qué será de tu enorme universo propio, con tantas y tantas postales grabadas en tu memoria?

Pero tampoco me trago el asunto de viajar como una fórmula mágica de hacer mundo –universo propio-. Conozco al tiempo, de tantos y tantos coleccionistas de sellos en sus pasaportes, de turistillas que sólo visitan los monumentos históricos de las ciudades capitales para tomarse la foto saboreándose más el momento de presumirla ante los conocidos a su vuelta a casa. De compradores compulsivos que exploran a tope la añeja modalidad del viajero: el turismo de Shopping; el de regresar al hotel con miles de bolsas rotuladas con los logos de las marcas más prestigiosas, rellenas de artículos que ni en sueños se encontrarán en los comercios cercanos a casa.

Si bien el hábito no hace al monje, el desgastado pasaporte tampoco hace al aventurero. Hay una gran diferencia entre el turista y el viajero.

Pero tú, buen amigo, tú sí que te pasas de pata de perro. Con esa letra y esa calma para contornearla, me quedo esperando para un futuro algo lejano (cincuenta años no es casi nada) tus memorias para con todo ese respecto.

Y, en absoluto apego a una estrategia de lector, prefiero esperar unos lustros o décadas más a que plasmes tus aventuras en un libro, para que en el lentico camino a la edad de la sabiduría, les encuentres de a poquito el sabor a los poetas conversacionales de por estas tierras. Porque –y con todo respeto hacia tu casi siempre impecable juicio, admirado colega- le haces gestos al primer sorbo de mezcal, sin darle tiempo a que ahúme tu garganta. Mira que tachar a Sabines de segunda división, encajonando en esas mismas ligas al propio Benedetti… ¡no me chingues, compadre!... sólo falta que Neruda te parezca digno de la lucha por el no descenso (siempre termina todo metaforeando futbol.)

Anyway, esto lo hemos de discutir en Tarragona, en alguna terraza con un tinto de la Rioja enfrente; o bien, y como lo decida el porvenir, en la mesa de una cantina en Guanajuato capital, con un tequila Don Julio reposado, derechito y a matar.

jueves, 9 de junio de 2011

Ciencia ficción a mi entender




Cometas devorando satélites solitarios, olvidados, chatarra espacial. Los cometas frágiles se encargarán de pulverizar a la mierda que dejamos suspendida nosotros, los exploradores.

Esa es la ciencia ficción que a mí me gustaría ver en la televisión. Algunas hipótesis que nos digan que el gran sistema solar ya tiene pensado qué va a hacer para contrarrestar la estupidez humana, la arrogancia de la especie líder del tercer planeta, del azul.

Sentirnos así como hermanos menores, que saben que hagan lo que hagan mal los más grandes o incluso papá se encargarán de sacarles de la bronca. Eso sí sería una buena historieta a escuchar en el noticiero de López Dóriga... imaginen:

"nos quedamos sin agua ayer, pero desde Saturno -enterados de nuestro derroche- nos envían la maquinaria para convertir el líquido salado del mar en potable y dulce. Se declara día de fiesta mundial, y nadie a trabajar, y todos a la calle a mojarnos... ¡que vivan los Saturninos!"

viernes, 3 de junio de 2011

Permiso para olerte








Permiso para olerte,

sugiero.

Para olerte entre comidas,

y también mientras te pones la ropa

apurada por llegar a la jornada en tiempo.

Me gusta el olor concentrado de ti

que se acumula en el reverso de tu cuello,

en las corvas, y las palmas de tus manos,

en la profundidad de tu cabello,

y en la planicie de tu abdomen

dedicado a provocar a mi nariz inquieta.

Permiso para la pasión,

de tus veintipocos

hasta los noventa.

La erección mía no impondrá para nada monopolio

de la iniciativa del amor en nuestra cocina.

Permiso para olerte,

Y ni quién necesite canal alguno de pornografía.

viernes, 27 de mayo de 2011

Pinche Nuez (asesino)

No voy a olvidar la tarde en que nos dijiste a todos que hoy, jueves doce de agosto te ibas a quitar la vida. El día llegó y cumpliste, hijo de puta. Lo cumpliste a cabalidad y ahora mísmo estamos reunidos en el Rosinal, bebiendo el mejor café de la ciudad según tu recomendación y preguntándonos cómo habrás hecho para pegarte un tiro en el medio tiempo del aburrido Necaxa-Puebla, en preferente y sin ensuciar a nadie de sangre. Tan fino, tan pulcro, tan pendejo pero no tanto como para molestar.

Te quitaste la vida sin molestar a nadie, teóricamente. Pero ver a un imbécil dispararse en el estadio sí que es una molestia. Ahora mísmo la prensa habla más de ti que del descenso del Rayo. Los amigos, los pocos, Juanu, Pecé y Luqui y yo estamos revisando tu carpetita de escritos y vienen unos poemas para Erika y notas de gasolina, y nada más. Sólo te pusiste una meta y la cumpliste. Te quitaste la vida en un partido de futbol.

Ok, sí, el Necaxa juega de la chingada, pero no era para exagerar. Aunque la prensa no sabe que no fue a razón de un mal juego, sino por cumplir tu promesa de quitarte la vida hoy justamente. Nomás deja que te vea, y te voy a volver a matar a madrazos, porque te voy a extrañar a partir de mañana.

Pinche Nuez

domingo, 22 de mayo de 2011

"comienzo"


A pesar de no saber a ciencia cierta qué significa "comienzo", pretendo comenzar a cambiar algunas cosas que no se comenzaron bien. Le pongo un ejemplo: mi técnica de masticar, el orden en el que guardo mis calcetines (tengo veintidos pares, para lavar un solo lote de calcetines cada tres semanas, eso sí funciona), y la proporción leche-cereal de mi plato de desayuno, por las mañanitas. Comienzo mañana lunes a comenzar dos cosas y así iré sumando comienzos, hoy domingo no es recomendable aplicar la palabra "comienzo". Hoy es día de no pensar en nada.

martes, 17 de mayo de 2011

Lo mío es caminar

Mujer desnuda en una silla / lápiz-papel / elroko777 2001

Lo mío no es apurarme a llegar a nada, a ningún lado. No me pida que escuche las alarmas del fin del mundo ni las de los simulacros de los sismos ni las de los sismos genuinos. No me gusta pisar el acelerador si no es estrictamente para rebasar a algún otro andante que ha decidido ir aún más lentito que yo.

No salgo a correr en las madrugadas, ni por las noches. No mido mi ritmo cardiaco ni tengo una alarma en mi agenda electrónica para llegar a otro sitio o para recordar que se me ha ido otra hora del día y de la semana y de la vida. No me acomoda pensar más de siete segundos en el día de mañana.

Lo mío es caminar, mirando a lo que sucede alrededor. Lo mío es masticar despacio la fruta, y respirar intentando saber a qué sabe ésta o la otra bocanada. Lo mío es imaginar que no habrá vida eterna, y que sólo queda escanearlo todo a detalle, para llevármelo doblado en maleta con rumbo ineludible hacia la vejéz.

Esa manera de vivir me suele costar una fortuna, al no ir a su vez detrás de ésta. Pero -si me permite un sorbete de optimismo- me trae atractivos dividendos a la hora de aplicar la técnica del hombre-tortuga sobre la piel de mi mujer.

viernes, 13 de mayo de 2011

Papelitos clandestinos

Un papelito en plena clase con alguna nota clandestina, que pasaba de mano en mano con la consigna de llegar a la tuya sin ser descubierta por la maestra de biología, solía ser una emocionante manera de ganarme tus favores, otrora amada Fany.

Hoy las cosas son muy diferentes:

Los chicos que acuden a las preparatorias ya no se mandan a escondidas papelitos con anotaciones románticas. Hoy usan los sms y facebook. Otra cosa que ha cambiado es que ya no estamos nosotros en la prepa, y también es diferente lo que siento yo por ti.

Ese es el gran cambio. Ahora ya no te mandaría papelitos a hurtadillas, ni de poder hacerlo. Ya no eres mi novia.

jueves, 28 de abril de 2011

Boda Real vs Boda Irreal (¿cuál es cuál?)

Las ideas del siglo veinte, y las del diecinueve y las del dieciseis quedaron atrás para ellos. Decidieron omitir hacerle caso a los que recomiendan tomar las decisiones importantes con literatura de referencia en las manos.

Él ofreció su casa, ella la exploró. Un cambio por aquí, una mejora por allá, negociaciones de espacio, áreas de guardado como armarios y tubos de colgar, y ya está. Nos vamos a vivir juntos.

Nos vamos a vivir juntos, dijo ella a mamá, y no hay Pontífice que nos haga cambiar de opinión. Mamá dijo es lo mejor, ojalá en los setenta se hubiera pensado así, y se hubiera dejado de pensar en lo demás, en los demás. Papá igual, sólo que pidió conversar solemnemente con el osado caballero que compartiría su hogar con la pequeña. Y él aceptó, y conversaron más de futbol que de las pequeñeces de la libre unión.

Ellos -los enamorados- pasean por los aparadores y se detienen en las tiendas de novias, y ríen y bromean. Planean una boda con miles de variantes no convencionales. Lo hacen como lo hacen los cubanos cuando planean beber scotch (bromean al respecto, sin reparo alguno, porque saben que si lo hacen sólo será fruto de la accidentalidad de la vida.)

Se van a vivir juntos, y nadie ha dicho nada al respecto. No hay juicios morales, ni recomendaciones ni Biblias de regalo, ni despedidas de soltera con flores en el escote, ni desperdidas de soltero con bailarinas exóticas. No habrá nada de esas costumbres, porque a nadie le importa cuando dos se van a vivir juntos sin misa de largo. Y si a alguien le interesa, al instante sabe que a nadie más le apremia escuchar su opinión.

Los únicos comentarios que hace la gente son hacia que así es mejor. Que, después de veinte siglos registrados en la memoria de los calendarios, esa es la mejor manera de comenzar el amor. El matrimonio se cuece en la cocina, y no en los salones de fiestas.

Los diamantes son un símbolo trillado, y las ceremonias eran protocolos de las monarquías (se rumora en la tv que la estirpe inglesa reconstruirá su mermada fortuna televisando una boda real a detalle en estos días.) Ellos decidieron irse a vivir juntos, y no les va a importar lo que opine el siglo veinte, ni el diecinueve ni el dieciseis, porque los amantes de los que les hablo son del veintiuno.

martes, 26 de abril de 2011

Depurado sistema de sueño


Iba bien el mes, iba bien la semana y lo que iba del día de ayer hasta que me dormí plácidamente y me puse a soñar.



Le recomiendo con frecuencia a Pri que se abstenga de darle vueltas a las cosas con el pensamiento (ella dedica sin exagerar por lo menos dos horas entes de dormir en explorar todas sus situaciones mentalmente, que para mantener depurado el disco duro.) Le digo que el sueño y lo de soñar como pelis de todo tipo (acción, suspenso, aventura, romance, XXX, terror, etc.) nos da la posibilidad de re ordenar los archivos ocultos sin invertir tiempo en querer hacerlo a partir de un proceso consciente.

En verdad lo creo, y en verdad me funciona. Neta

Pero anoche ha valido todo madre. Soñé -que yo recuerde- en que la ciudad estaba en guerra, y yo encerrado en mi casa de noche cuidando a mis hermanos (que, como suele pasar en los sueños, aparecen pequeños, niños ellos) y pecho tierra y abajo de la cama, y un helicóptero vuela bajo y se asoma por el gran ventanal de la sala de mi cuarto piso buscando a quién disparar, y descubre a mi sister levantándose al baño, chiquilla, inocente, sin saber que por sus ganas de miar nos van a acribillar como en escena final de filme de Bruce Willis.

No le sé decir si fue ese sueño, del único que me acuerdo de anoche, u otro que le siguió a éste, o cuál, pero me levanté con ganas de pegarme un tiro.

En verdad lo creo, y en verdad me funciona. Neta

Tengo tan putamente depurado el sistema de dejar que el sueño haga el trabajo, que ahora me cargó la chingada, y no quiero ni salir a la calle, mal pedo. Ahora tengo miedo de que llegue la noche, y que me duerma, y soñar y sentirme mañana igual o peor que hoy.

lunes, 25 de abril de 2011

Con ese vestido




Te veìas maravillosa con ese vestido la otra noche de gala. Y tanto asì que los señores acompañados por sus esposas se daban tres segundos exactos para voltear a verte, y luego bajaban la cabeza (unos por acto natural de sumisión, y otros como estrategia de camuflaje) y a los otros tres instantes volvían a mirarte desde las pantorrillas y los tacones tac tac tac, hasta el vuelo libre de la tela a veinte centímetros arribita de tus rodillas, y luego a la bailarina cadera, siguiendo la paz espiritual de tu cintura; el par de pequeños pechos, la perfecta cuadratura de los hombros y la espalda desnuda; un cuello de siete metros de largo, y los que llegaron hasta el rostro -porque lograron engañar a su celosa acompañante- se dieron cuenta de que había un afortunado mozo a tu lado.

Ese era yo. A ratos, al pendiente de las miradas de los pendejos, de los tímidos, de los estafadores, de los lujuriosos, de las envidiosas, y de las que no temen aceptar que también les gustas demasiado, mujer. Y a otros -segundos breves- al pendiente de ti.

Te veìas maravillosa con ese vestido.

miércoles, 13 de abril de 2011

Verso sublime del Poeta charlatán (uno)




Camino verde,
azul,
camino de los colores de la isla de la madera

Inicio mi usura con agua que lleva un ciclón sin metal
el metal
(niebla fría, cometa desmembrado o columna dórica sin madre
-huérfano, o como se quiera
como se le quiera
como se le ame o se le odie-)

Inicio de siluetas convergentes
oh, convergentes,
oh, convergencia,
oh, divergencia
vayámonos, y nos fuimos al abismo...
porque nadie quiere ser madera,
ni tampoco agua
ni amor ni odio ni cualquiera,

solamente queremos ser camino verde
o azul, o isla.

Mataremos al que resucite del cataclismo.
Oh, cataclismo,
oh, bicicleta.

(neta: ¿se da usted cuenta de que no estoy diciendo nada?...
asì son de charlatanes los poetas preciosistas, los talentosos acomodadores de palabras)

lunes, 11 de abril de 2011

Adolescentes (vaya gente)


Gritan todo el tiempo, tragan desmesuradamente, se avientan entre ellos, no controlan sus decisiones -ni las más básicas como saludar con gusto o mirarse con curiosidad-; todo les da miedo, nada les da miedo, no comprenden de prioridades, son ridículos para vestir (apenas si saben vestirse por sí mismos), duermen casi todo el día, guardan silencios enormes, generan ruidos irreparables aún peor, vaya: son insoportables.

Pero hay que pasar por ahí.

(intento trabajar en un Starbucks, pero una tercia de alienigenas hembras de entre trece y catorce me están rompiendo las bolas con sus guturales lamentos, y risas falsas o injustificadas o sinsentido, mirando fotos de sus fèisbux en una pequeñita pantalla de un smart phone)

Pero, no puedo negar que me enternecen. Ssssht, ¡silencio!... acaban de llegar los alienigenas machos. Veamos qué hacen entre todos juntos... ... ... ...

Doce minutos después:

Oooooorrrgggggggggg.... ¡ sáquenme de aquí!

viernes, 8 de abril de 2011

Teibolera promedio


¿Qué tal, mi lic?, ¡hacía meses y meses que no se paseaba usted por aquí! Qué de qué, ¿me va a invitar una copa?, o me va a decir que se tiene que ir temprano, por eso de las guardias forenses de mañana, y la manga del muerto… ¿sí?... esos ojitos clavados en mis tímidos pechos quieren decir que sí, verdad?... Jorgito, arrímate pa acá un doble tequilita de la botella que me gusta, del que sólo me tomo cuando estoy sentadita en las piernas de mi lic!... ¡ah, qué mi lic!... ¡qué bonito es que me vengas a visitar! ¡No me vayas a contar que venías a ver a otra!... primero me atiendes a mí, papito, y luego ya te mandas solo. Estas caderas son sólo tuyas en los días en que vienes, porque cuando no llegas, tienen mala memoria, y siguen a otros pantalones cargaditos de billetes. Pero hoy, hoy mi lic, ¡hoy me tienes a tus órdenes!

¡Salucita, mi buen lic!, ¡qué agradable compañía! No han pasado muchas cosas desde aquel quince de septiembre en que te dignaste a visitarme. ¡Míralo nomás qué cabroncito!... me pides que sea tu novia de los viernes, y luego te me desapareces así como así. ¡Ay maditos hombres!... si bien que me lo decía mi madre: ¡son ustedes buenos pa la prometedera, pero inútiles pa la cumplidera!

No no no… no me digas eso, mi lic. Tócale bien y verás que todavía son naturales, ¡nada de operaciones de agrandamiento!, ¡no señor!, este oficio es complicado, si yo lo sé; hay que saberse procurar en buena forma, pa poderles competir a las morritas nuevas que se prueban en los tubos. Si yo soy de las que intenta estar en línea, trabajando las carnes, y los músculos y la elasticidad y todo eso, pero todavía no me he cambiado nada, no he pisado el quirófano y no me han metido cuchillo. O qué… ¿me estas queriendo decir que ya me hace falta?... no chingues, mi lic, ¡si tú eres de mis clientes distinguidos!, no me salgas con eso; tú bien me dijiste en una noche como esta que la carne nueva no siempre es la mejor sazonada.

Aunque déjame contarte que ha estado flojón el changarro. La cuesta de enero nos pega a todos. Aún en los días buenos, jueves, viernes y sabaditos, no caen muchas moscas en este pastel. Y los pocos que se arriman los acaparan la Gina y la Rubí. No te hagas pendejo, ¡si bien que sabes quiénes son esas!... Nomás voltea a tu derecha, y verás un tumulto de pelaos perreandoles y haciendo fila india por un privadito con alguna de ellas. No me vengas con que no están tan buenas. No mientas en eso, valedor. No por hacerme sentir bien. Si todas aquí las odiamos, pero es un odio entendido, de puritita envidia. Son jóvenes, no pasan de los veinticinco. Además, una cosa lleva a la otra; como les va rete bien, tienen plata pa ponerse aún mejor: gimnasios y espás, uñas de cristal, extensiones de las de cinco mil, tetas nuevas cada año, cama de bronceado, pupilentes moraditos, dientes blancos como queso panela, cremas miles pa la piel a todas horas. ¡Chale!.

Habemos otras quince muñequitas aquí que sólo servimos pa bailar en tubo, calentando a los jodidos mirones, mientras ellas levantan y levantan pedidos a granel de los que sí traen plata para malgastar. Si yo he visto los regalos que les traen desde bien lejos. Una vez, la Rubí enamoró a un chilango con negocios turbios –según se rumoraba-, y el romeo aquel le traía todas las noches un vestido nuevo, y la Cometa le alcanzó a ver la marca a uno rojo brillante, y quesque era de buena etiqueta, y quesque era de Liverpúl.

Así como nos ves, muchas dedicamos tiempo a los ensayos, a aprender nuevas suertes pa volar en las alturas de los tubos de la pista. Eso es lo que nos queda. Pasados los treinta, y con este cuerpo de ranchera del montón, sólo el baile y una buena elección de canciones, además de ropita que enseñe un poco de acá y esconda otro tanto de allá, nos pueden traer buena fortuna en una noche en que no vengan ese par de putas acaparadoras.

Ya te lo había contado, mi lic. Si yo tan sólo estoy esperando ahorrar por un par de años más, para mejor dedicarme a otra cosa. Quiero montar un salón de belleza. Yo no sé mucho de cortes de moda, ni de tintes ni de maniquiures, pero la Rosita sí que tiene talento pa eso. Ya quedamos en que vamos a ser socias. Yo compraré el equipo necesario y rentaré el local, y ella se encargará de traer a los clientes. Me va a enseñar todo lo que aprendió de cuando jalaba en Tijuana, haciendo permanentes y rayitos a las bailarinas de la frontera. Ya con eso la hago para que mi Estebitan vaya a una escuela decente, en otra ciudad, porque no quiero por nada del mundo que le anden diciendo los otros escuincles que su madre era una teibolera, y que bailaba encuerada y que se dejaba agarrar las nalgas por unos cuantos billetes de a cien.

No tienes que decírmelo lindo mi lic, ya sé que se acabó mi tequila. Si te pones trucha, le puedes sacar un baile privado a la Gina sin esperar hasta el último turno. Si quieres, yo le digo que te haga la balona, que al cabo eres cliente de aquí desde hace dos años. De cuando yo era la reina del antro, y nadie más me ganaba en caderas.

Ya me voy al camerino. Me toca bailar en tres turnos más. ¡Ándele pues mi buen lic!, y no dude en venir a visitarme otro viernes de pronto. Y aunque esté ocupado de manos al rato, no deje de voltearme a ver cuando ejecute al tubo la nueva de Chayanne ¡que este danzón se lo voy a dedicar a usté!