Después, sólo aclaraste que no debiera emocionarme demasiado. Que a toda persona de confianza le dices mi amor, y que tampoco debiera tomármelo tan ligeramente; que no soy un cualquiera y que a las pocas horas de conversar con un café del día y bajo el puente en construcción ya merezco el honor de ser llamado así: mi amor.
A eso y días después le siguieron los mensajes de celular. Ahí también me decías mi amor y ahora que yo te digo cosas más lindas me dices más aún mi amor.
Apenas y hemos salido un par de veces y ya me dices más mi amor que mi nombre.
Me gusta que me digas mi amor. Te veo mañana, mi amor.