sábado, 14 de agosto de 2010

Invertir en software

La noche es un taller mecánico,
nel -mejor dicho-
una oficina de programación.


Ahora, después de la reingeniería, no tengo necesidad de estar auditando los sucesos de cada momento. El sistema lo hace solo.

Trabaja en la noche, durante la etapa de descanso. Yo me acuesto pensando en nada o casi nada, y automáticamente al conciliar el sueño el sistema de depuración de estímulos se arranca by itself y ordena y despeja, selecciona, prioriza, y hace toda la chamba.

La maravilla de ello es que yo al otro día amanezco medio apendejado, pero sabiendo como por arte de hipnosis qué es lo que tengo que hacer en cada situación, con cada cosa, con cada persona, con cada pensamiento, con cada presentimiento, sentimiento y postsentimiento.

No es perfecto el nuevo software, puede que la cague de vez en cuando. Pero lo chido es que a la noche siguiente o -según la carga de trabajo que tenga el sistema- unas cuantas después, seré instruíudo para actuar de tal o cual forma para enmendar los errores cometidos.

Sí funciona, aunque apenas me voy adaptando.

Ha valido la pena invertir en software.

jueves, 12 de agosto de 2010

Con una chingada

Van dos,
cero y van dos clientes este año que me interrumpen el proceso de proyecto por haber sufrido una extorsiòn de parte de alguna compañìa nacional o trasnacional de delincuencia organizada.

Señores plagiarios:
vayan, pònganse una botas vaqueras (preferentemente de piel de buitre mal parido) y luego estrènenlas caminando con estilo cosmopòlitan rumbo a chingar a su reputa madre.