jueves, 28 de abril de 2011

Boda Real vs Boda Irreal (¿cuál es cuál?)

Las ideas del siglo veinte, y las del diecinueve y las del dieciseis quedaron atrás para ellos. Decidieron omitir hacerle caso a los que recomiendan tomar las decisiones importantes con literatura de referencia en las manos.

Él ofreció su casa, ella la exploró. Un cambio por aquí, una mejora por allá, negociaciones de espacio, áreas de guardado como armarios y tubos de colgar, y ya está. Nos vamos a vivir juntos.

Nos vamos a vivir juntos, dijo ella a mamá, y no hay Pontífice que nos haga cambiar de opinión. Mamá dijo es lo mejor, ojalá en los setenta se hubiera pensado así, y se hubiera dejado de pensar en lo demás, en los demás. Papá igual, sólo que pidió conversar solemnemente con el osado caballero que compartiría su hogar con la pequeña. Y él aceptó, y conversaron más de futbol que de las pequeñeces de la libre unión.

Ellos -los enamorados- pasean por los aparadores y se detienen en las tiendas de novias, y ríen y bromean. Planean una boda con miles de variantes no convencionales. Lo hacen como lo hacen los cubanos cuando planean beber scotch (bromean al respecto, sin reparo alguno, porque saben que si lo hacen sólo será fruto de la accidentalidad de la vida.)

Se van a vivir juntos, y nadie ha dicho nada al respecto. No hay juicios morales, ni recomendaciones ni Biblias de regalo, ni despedidas de soltera con flores en el escote, ni desperdidas de soltero con bailarinas exóticas. No habrá nada de esas costumbres, porque a nadie le importa cuando dos se van a vivir juntos sin misa de largo. Y si a alguien le interesa, al instante sabe que a nadie más le apremia escuchar su opinión.

Los únicos comentarios que hace la gente son hacia que así es mejor. Que, después de veinte siglos registrados en la memoria de los calendarios, esa es la mejor manera de comenzar el amor. El matrimonio se cuece en la cocina, y no en los salones de fiestas.

Los diamantes son un símbolo trillado, y las ceremonias eran protocolos de las monarquías (se rumora en la tv que la estirpe inglesa reconstruirá su mermada fortuna televisando una boda real a detalle en estos días.) Ellos decidieron irse a vivir juntos, y no les va a importar lo que opine el siglo veinte, ni el diecinueve ni el dieciseis, porque los amantes de los que les hablo son del veintiuno.

martes, 26 de abril de 2011

Depurado sistema de sueño


Iba bien el mes, iba bien la semana y lo que iba del día de ayer hasta que me dormí plácidamente y me puse a soñar.



Le recomiendo con frecuencia a Pri que se abstenga de darle vueltas a las cosas con el pensamiento (ella dedica sin exagerar por lo menos dos horas entes de dormir en explorar todas sus situaciones mentalmente, que para mantener depurado el disco duro.) Le digo que el sueño y lo de soñar como pelis de todo tipo (acción, suspenso, aventura, romance, XXX, terror, etc.) nos da la posibilidad de re ordenar los archivos ocultos sin invertir tiempo en querer hacerlo a partir de un proceso consciente.

En verdad lo creo, y en verdad me funciona. Neta

Pero anoche ha valido todo madre. Soñé -que yo recuerde- en que la ciudad estaba en guerra, y yo encerrado en mi casa de noche cuidando a mis hermanos (que, como suele pasar en los sueños, aparecen pequeños, niños ellos) y pecho tierra y abajo de la cama, y un helicóptero vuela bajo y se asoma por el gran ventanal de la sala de mi cuarto piso buscando a quién disparar, y descubre a mi sister levantándose al baño, chiquilla, inocente, sin saber que por sus ganas de miar nos van a acribillar como en escena final de filme de Bruce Willis.

No le sé decir si fue ese sueño, del único que me acuerdo de anoche, u otro que le siguió a éste, o cuál, pero me levanté con ganas de pegarme un tiro.

En verdad lo creo, y en verdad me funciona. Neta

Tengo tan putamente depurado el sistema de dejar que el sueño haga el trabajo, que ahora me cargó la chingada, y no quiero ni salir a la calle, mal pedo. Ahora tengo miedo de que llegue la noche, y que me duerma, y soñar y sentirme mañana igual o peor que hoy.

lunes, 25 de abril de 2011

Con ese vestido




Te veìas maravillosa con ese vestido la otra noche de gala. Y tanto asì que los señores acompañados por sus esposas se daban tres segundos exactos para voltear a verte, y luego bajaban la cabeza (unos por acto natural de sumisión, y otros como estrategia de camuflaje) y a los otros tres instantes volvían a mirarte desde las pantorrillas y los tacones tac tac tac, hasta el vuelo libre de la tela a veinte centímetros arribita de tus rodillas, y luego a la bailarina cadera, siguiendo la paz espiritual de tu cintura; el par de pequeños pechos, la perfecta cuadratura de los hombros y la espalda desnuda; un cuello de siete metros de largo, y los que llegaron hasta el rostro -porque lograron engañar a su celosa acompañante- se dieron cuenta de que había un afortunado mozo a tu lado.

Ese era yo. A ratos, al pendiente de las miradas de los pendejos, de los tímidos, de los estafadores, de los lujuriosos, de las envidiosas, y de las que no temen aceptar que también les gustas demasiado, mujer. Y a otros -segundos breves- al pendiente de ti.

Te veìas maravillosa con ese vestido.