viernes, 25 de marzo de 2011

Neta: amo las ciudades

"Amo las ciudades" / elroko777 / 2003 / gises de colores y potosòp

Valet Parking (o "Cortèz vs Tizoc")

Rico-Pobre / Marta Gil Colomina / artes y diseño gráficos


Llega un sábado en la noche al valet de un bar de Colosio un Jaguar conducido por un caballero vestido de lino y peinado hacia atrás con tres kilos de goma brillante, cediendo las llaves del auto flamante al encargado de turno del servicio de aparcamiento.

Te lo encargo mucho, dijo aquel tipo de no más de cuarenta con una sonrisa condescendiente y un guiño que pretendía inspirarle confianza y camaradería al desconocido que se llevaba su coche a quién sabe dónde.

Adentro:

¡Pinche Roberto!... ya me tenías abandonado. Tenemos tres semanas aplazando esta reunión. ¿en dónde están los demás?... ah qué caray!... y yo que creía que ya venía tarde. Menos mal que no tenías mucho esperándome.

Pues sí, es verdad lo que te dicen. Las cosas han estado mejorando en el negocio. Estoy estrenando Jaguar y planeo llevarme a Magda a Europa para celebrar nuestro aniversario de bodas en un par de meses. Hablando del coche, bien sabes qué feo se siente dejarlo a la buena de Dios en manos de un completo desconocido, en un valet parking. Ahorita que le pasé las llaves al pelado del chalequito amarillo se me revolvió la panza. Míralo bien, tiene cara de mariguano. Yo no sé cómo es que escogen a la gente que trabaja en eso, ¡es una gran responsabilidad!. Le estoy dejando mi coche, que me costó mucho trabajo tener. Pero esta gente nomás no se da cuenta de ello. Ellos vienen y mueven coches a lo wey, sin ninguna precaución, esperando que dé su hora de salida. Estoy seguro de que ese chango viene drogado. Y no me mires así, Robert. Se dice y se dice que este país no sale de sus crisis, y que no hay empleo y que la población no tiene garantías para salir adelante, y que pinche gobierno desobligado y corrupto y que pobres de los pobres. Pero sólo es cosa de ver cómo se las gastan los pobres en las calles, buscando la manera de hacer dinero fácil. Empiezan en las esquinas fingiendo ceguera o que necesitan dinero para una medicina para su moribunda madre, aprovechándose de la compasión y solidaridad de los demás. Luego, cuando ya no les es negocio, pasan a algún lugar donde les paguen por hacer nada más que calentar un asiento. Se van de veladores o de cuidadores de puertas. Ya ves cómo dice acertadamente el papá de Carlos Romero –de los Romero de las cortinas Romero-: “¿quieres ver orgulloso a un indio?... pues ponlo a cuidar una puerta”. Y peor si les das un arma. Entonces son un indio orgulloso y con un arma, y sacará su resentimiento social con prepotencia y despotismo. De esos, mi buen Robert, de esos hay miles, millones en este país. Pero pocos son los que toman el camino largo, el camino de la escuela y de los libros. De todos esos huevones que sólo piensan en el easy money, de cada cien de ellos solo a uno le nace la inquietud de superarse, de estudiar, de crecer, de escalar para ofrecerle a los suyos un futuro mejor. Y si en esta vida te tocó ser carpintero a ti, pues le chingaste para que tu hijo sea ingeniero. Y si te tocó ser ingeniero asalariado, pues le chingaste para que tu hijo sea ingeniero patrón. Y así se van haciendo las empresas, y así se van puliendo los apellidos. ¡pinches perdedores!... espérame tantito Robert, déjame ir a echarle un ojito a mi “yáguar”.

Afuera:

Cómo no señor, acá se lo cuidamos bien… ¡faltaba más!... Te fijaste, mi gomas, eso es lo que te decíamos el pacha y yo el otro día. Qúe fácil es!... qué fácil es llegar manejando, en estos asientitos de piel y el aire fresco y acondicionado en la cara, y el áipod conectado y las rolas de los Róling, y me llama mi mujer, y ¿que onda bebé?, y qué rica cogida la de anoche, y qué vas a hacer hoy?, y vas a ir al Pilates?, y, qué buena te ves con esos pantaloncitos de ejercicio, y no estas gorda, y te quiero y ya me voy, que tengo una junta con unos inversionistas en el Argentilia. Qué pinche fácil debe ser ser rico, acomodadito. Qué fácil llegar a la banqueta y aventarle la llave a un pelado de chalequito amarillo, y decirle fingiendo ser compa ay te lo encargo mucho, amigazo… y que no se me vaya a rayar. Qué pinche fácil, con una morra bien buena, de esas huevonas que solo se pasan el día de la casa al colegio del niño, y luego al Campestre Club, y a bañarse al vapor y desayunito con las Gómez. Y a Altaria y a comprar un vestido y ring ring, y hola cariño!, y acuérdate que hoy vamos en la noche con los Romero –de los Romero de las cortinas Romero-, y ya verás lo que me compré y te va a encantar. Qué fácil debe ser venir y gastarse quinientos pesos en tres tragos, mientras acá afuera se necesitan tres noches agitadas de mover sus cochecitos bien para llevártelos a la bolsa. Qué fácil debe ser estudiar en escuelita de padres y monjas, y misas los viernes y luego a la natación. Luego a la secu de la misma cadena, la prepa, el carrito de agencia de premio por tu esfuerzo al graduarte de bachiller, y escoge una carreara, mi rey, y luego la universidad de tu gusto. Qué duro… ¡qué pinche duro!... y sales, y al negocio de papi. Y las cosas van bien, y contrato más banda, y les pago el mínimo y me ahorro el máximo, y su seguro social, porque hay que ser gente, ¡buena gente!... y así mis hijos, y luego, los hijos de mis hijos, y amén. Yo no sé quién decide en qué cuna naces. Yo no sé si Dios o la Virgen, o el mismísimo diablo. Pero, qué culo de planeta tan injusto. Ahora mismo veme, pinche gomas, llegando a este jale, derrapando por haber salido de la fábrica, y ayer, tú sabes cómo estuvo ayer esto de aperrado –que porque había dos por uno en martínis pa las damas- apenas y dormí dos horas y a seguirle. Por eso es que me veo con cara de moribundo. Ya cuento las horas para llegar a mi casa, y a cenar con la morena y mi morrillo, y a la cama, que mañana será el mismo pinche cuento.