lunes, 23 de enero de 2012

La conmemoración de la desesperanza




Hacemos el amor a las tres de la tarde en lunes,
y recordamos así lo que es perder la cabeza
y cometer errores sin consecuencias
y ser jóvenes y reírnos y escondernos de Dios
desnudos y cansados.
Contentos.
Felices.

Lubricamos nuestras risas,
desabotonamos tu guardarropa,
lo arrugamos, lo mojamos de baba fresca.

Ilusionamos a los vecinos
que ya habían olvidado hace décadas
-quizá desde 1983-
lo que era un gemido.
Un grito de tortura placentera.
Un orgasmo.

Rato después volvemos a ser ancianos,
y a la rutina del dolor
y a la conmemoración de la desesperanza.
Pero se nos está olvidando ya ser infelices,
no sé...
puede que eso signifique algo.