despiertas curiosamente a mi lado.
Cada noche, y cada entretiempo del Pachuca Puebla,
cada desfile religioso
y cada marcha de los antorchistas,
en cada caso te comes las uñas
y cocinas algo nuevo adentro de tus pulmones,
y el aire que respiras lo conviertes en llave de acceso a la libertad
Y despiertas a mi lado.
Decido amarte casi todos los días,
y en los que no (regularmente martes y lunas nuevas)
me obliga tu piel a transgredir mis reglas.
Y despiertas a mi lado,
después de someterme por adelantado,
antes de que yo me revele y huelgue ante tus cabellos
(horrorizados de firmar protagonismo de prepago)
y comenzamos a rezar, y recordamos que Dios odia que le recen,
y despiertas a mi lado.
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