miércoles, 18 de agosto de 2010

Plaga de incertidumbres

No se tienen almacenes suficientes en la ciudad
para guardar tanta incertidumbre,

o es que acaso no se dan abasto.

(las reglas del juego son claras,
desde que se publicó el manual del jugador
del deporte de la vida.

La bronca es que la FIFA y la Profeco aún no existían,
y mandaron el cuadernillo escrito en alguna puta lengua muerta,
y ahora no sabemos qué hacer con las incertidumbres humanas.)

Alguien trató de venderlas al mayoreo
-ya sabe usted, siempre hay un adelantado que le ve precio a todo-
pero fracasó en su empresa.

(nadie compra prefabricado lo que se hace de gratis en casa)

Ahora las incertidumbres duermen bajo los puentes,
y en las azoteas y en las casonas abandonadas de la calle Madero.
Son una plaga.

Yo trato ahora de ser ecológico
y de no provocármelas e imprimirlas, a menos de que sea necesario;
pero no logro cumplirme esa promesa
y se me escapan al viento por lo menos dos o tres al día.

Quizá el negocio radique en construir más almacenes que las contengan,
o casas de asistencia, o refugios de incertidumbres,
o manicomios de ellas o agencias de viajes
con boletaje tan sólo de ida.

Quizá sólo sea esta repinche jaqueca.

1 comentario:

  1. La incertidumbre es la pandenmia de la era "posmoderna" que supuestamente estamos viviendo!
    Alguna ves tu mismo afilaste una hipotesis sobre la espiral...
    Y ya como consejo:
    Las jaquecas se quitan con menos aspirina y mas vino... en todo caso Chileno!
    Y sino... con una buena dosis de simpleza... Con un mocoso sonriendo (sugerencia).
    Saludos desde Montevideo!
    Ana

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