lunes, 26 de julio de 2010

Normal (cámara de incomodidad)

Nadie dijo nada al respecto, todos fingieron que era normal lo que estaba ocurriendo. Un ascensor es una cámara de incomodidad (que además sirve para transportarse.)

El tipo subió en el sótano número tres, y se distinguió de los dos pasajeros que ya venían ascendiendo desde el cuatro por su inmensa gordura. Me refiero a su enorme talla, a prominente barriga, a su espléndida acumulación de tejido adiposo.

En planta baja se les sumaron tres señoritas de muy buen ver (no sé, Luis dice que las bonitas siempre andan entre bonitas), y un anciano pulcramente trajeado. Le pidieron amablemente al gordo que les oprimiera los botones de los pisos doce y diecinueve respectivamente.

Los primeros diez niveles de ascenso fueron interminablemente incómodos (como siempre ocurre.) Todos, los siete pasajeros, sólo veían la pantallita de arriba de las puertas cerradas que indica el número del piso en que se está transitando. Uno –creo que el viejo- silbaba para disimular su ansiedad.

Para el nivel once, el obeso rompió el silencio reventándose un memorial pedo. El sonido fue seco y grave, y duró cosa de cuatro segundos.

(Por favor, haga usted el ejercicio. Cuente mentalmente hasta cuatro segundos, y ahora imagine esto adentro de un ascensor con siete personas. Un pedo magno)

Acto seguido, todos se fueron saliendo en sus correspondientes elecciones, según turnaba la campanilla que anunciaba los destinos de llegada.

Nadie dijo nada al respecto, todos fingieron que era normal lo que estaba ocurriendo. Un ascensor es una cámara de incomodidad (que además sirve para transportarse.)

El gordo fue el último en abandonar la cabina. En cuanto se quedó solo no paro de reír hasta llorar. Al abrirse las puertas en su piso, le vio salir con lágrimas en los ojos una señora elegante. Le preguntó ¿está usted bien?. El gordo la ignoró. Se dirigió al retrete a imaginar las muecas de la preocupada mujer al cerrar las puertas y fumarse el fétido aroma que aún retozaba en esa recámara móvil.

Luis –el gordo- me lo ha platicado todo esta mañana.

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