lunes, 23 de abril de 2012

Pecados a la venta

A cada cual su bicicleta, que todos sepan para dónde se trasladan. Comienzan las fiestas patronales, y los niños y los ancianos prometen no comer más azúcar de lo que diga mamá. Lavadas las manos de éstos -me refiero a los prudentes- es día, es noche de ensuciarse un poquito. Se cubran la cara las que se cubren la cabeza con velos, antes de entrar a los templos. Lo que viene no es cosa de risa, es pecado a borbotones; es comida chatarra comprada en donde regalan boletos de primera fila para el infierno. Vaya pues usted por su regalo, que ya el siglo veintiuno se comienza. Tiene un poco de grasa lubricante para todas las cadenas, y un tanto de limón de contrabando para todas las cervezas.

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